Tanto el proyecto de Fernando Nanclares como las prescripciones fijadas por el Consejo del Patrimonio Cultural del Principado de Asturias establecen que, de forma previa, o a la par que se ejecuten los trabajos de rehabilitación, se harán distintos estudios arqueológicos y de otro tipo, tanto para profundizar en el estudio del monumento prerrománico como para garantizar sobre el terreno la idoneidad de todas las actuaciones previstas en el proyecto de rehabilitación.

En principio, está previsto hacer un estudio arqueológico de la arquitectura, que profundice en «la lectura estratigráfica realizada por el equipo del Instituto de Historia del CSIC en algunas zonas del edificio», según propone Nanclares. También está previsto hacer un estudio petrográfico y petrofísico de los materiales constructivos, que se relacione con las patologías observadas en el monumento, construido en el año 848 y que ya en el siglo XIII o XIV sufrió una ruina que afectó a tres cuartas partes de su superficie. Por último, está previsto hacer estudios de laboratorio de estos materiales «para el diseño de las soluciones más adecuadas» a los problemas que se aprecien en los materiales.

En principio, Fernando Nanclares proponía conservar el pavimento actual de las fachadas Sur y Oeste, un empedrado antiguo que se descubrió en las excavaciones de principios de los años 90, e integrarlo, consolidándolo, en la nueva pavimentación perimetral. El Consejo de Patrimonio considera que el pavimento antiguo, de 1851, carece de valor arqueológico, y por tanto propone su retirada. Además, modifica la trayectoria de los senderos peatonales previstos para evitar que afecten a una zona de enterramientos.