Pablo GALLEGO

En la quinta fila del Aula Magna de la Facultad de Medicina, ayer por la mañana se oyó la siguiente frase: «Si meten aquí un bombazo, desaparece la odontología asturiana». Afortunadamente el atentado no llegó, pero la frase sirve para ilustrar el número de compañeros, discípulos y amigos reunidos en el homenaje que la Universidad de Oviedo rindió al profesor, maestro de cirujanos y ex rector Juan López Arranz. Él les respondió con un jocoso «si lo sé, no vengo». Después, repartió abrazos, besos y palabras de cariño entre quienes decidieron dedicar la mañana de ayer a celebrar la carrera de un «universitario ejemplar», como calificó a López Arranz su discípulo y presidente del Colegio Oficial de Dentistas de Asturias, Alfonso Villa Vigil.

Uno por uno, los cómplices del homenaje a López Arranz expusieron su personal visión de un hombre que, a los 70 años, ha ocupado todos los puestos docentes y de gestión de una Universidad: profesor ayudante, titular y catedrático; decano, rector y jefe de departamento. Al otro lado, y con permiso de su familia, su segunda pasión: la medicina clínica, como cirujano y jefe del servicio del área de cirugía maxilofacial en el Hospital, que es Universitario Central de Asturias (HUCA) por su testarudez. De él fue director médico entre 1993 y 1994, y a él volvió «todos los martes a las ocho de la mañana» durante sus cuatro años como rector, de 1988 a 1992, como rememoró ayer su secretaria general en aquella época, la catedrática de Derecho Financiero y Tributario Manuela Fernández Junquera. «El Hospital es mi casa», aseveró López Arranz, «y jamás concebiré que la Facultad es una cosa y el Hospital es otra».

El decano de la ahora Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud quiso reunir «a todas las personas, colectivos e instituciones con relación con Juan». «Toda la Facultad, con una sola voz, te dice gracias», añadió. Tras él llegaron los elogios y la complicidad del catedrático de Pediatría Manuel Crespo, profesor emérito como Arranz y compañero en la «generación princeps» que desembarcó en Oviedo desde Valladolid. También los de Francisco Javier Jorge Barreiro, catedrático de Anatomía, que ilustró «la etapa jacobea» de López Arranz «como peregrino de la Universidad». De su etapa como rector habló también el director de la biblioteca universitaria, Ramón Díaz, que responsabilizó a López Arranz de poner en marcha por primera vez una relación de puestos de Personal de Administración y Servicios (PAS), «una parte de la Universidad oscurecida, pero básica para que tenga éxito».

El rectorado de López Arranz comenzó en la biblioteca central de la Universidad, entre libros. Quizá en ellos aprendió «cómo hacer parecer sencillo lo que era complicado», según apuntó Francisco Javier Ferrer, catedrático de Obstetricia y Ginecología y jefe del actual departamento de Cirugía y Especialidades Médico-Quirúrgicas. «El departamento se creó sobre el papel, pero su presente no se puede entender sin López Arranz».

El homenaje al padre de la cirugía maxilofacial asturiana estuvo presidido por el rector actual, Vicente Gotor. La Universidad en la que mandó López Arranz era más pequeña, pero Gotor no pudo evitar cambiar el gesto cuando Manuela Fernández retomó por un momento su cargo de secretaria general para dar fe de la gestión universitaria de Arranz: 209 personas eran suficientes para hacer frente a 33.243 alumnos. Ahora hay 1.017 para la gestión de 24.650 estudiantes.

El maestro López Arranz no concibe su vida sin el Hospital y la Universidad, algo que se mantendrá cuando él ya no esté. Desde ayer, un busto de titanio vigila a quienes toman la palabra en el Aula Magna de su Escuela de Estomatología. En el futuro, una calle próxima al nuevo Hospital llevará el nombre de López Arranz, el universitario ejemplar.