Arrancarse al grito de «bravo, bravo» en la primera canción de un concierto puede resultar excesivo, así que el público que ayer acudió en el Auditorio al recital de la soprano Milagros Poblador y el tenor Celso Albelo aguantaron, pero a la tercera interpretación del cantante canario ya no se pudieron contener y la pasión se adueñó del patio de butacas.

Albelo demostró que es uno de los grandes en el VIII Concierto homenaje a Alfredo Kraus organizado por la Asociación Lírica Asturiana que lleva el nombre del fallecido tenor canario, y que contó con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA. Albelo se muestra tímido y afirma que sólo lleva cinco años como profesional del canto, pero lo que hizo ayer sobre el escenario del Auditorio ovetense fue un auténtico derroche de técnica y de fuerza.

La presencia de Albelo en Oviedo era muy esperada después de verse obligado a suspender su participación en el «Don Giovanni» de la temporada de ópera de la ciudad, así que el público acudió a verle, con permiso de Poblador, y se llevó más de lo que esperaba. Albelo, que en enero recogerá el premio revelación de los premios líricos «Teatro Campoamor», fue más allá de la solvencia para apasionar al público.

El tenor y la soprano desarrollaron un complejo programa en el que viajaron del barroco a la música napolitana recalando en la tradición hispánica de Vives o el maestro Rodrigo. El público, que llenó el patio de butacas y ocupó parte del anfiteatro, asistió al tributo a Alfredo Kraus en la figura de dos de sus discípulos más aventajados, ya que Poblador fue alumna del canario y Albelo lo considera el gran maestro que revolucionó el canto.