Pocas veces una noticia como la de que las calles del centro de Oviedo van a tener una velocidad limitada a 30 km/h ha levantado tal cantidad y variedad de comentarios. Sin duda, se trata de algo importante para la ciudad, muy novedoso, y por ello es normal que haya detractores. El problema es que se descalifica la medida, e incluso a las personas, sin que medie ponderación alguna de los pros y los contras. Veamos, con la mayor objetividad posible, el asunto:

1.º Se trata de una medida que goza del consenso de todos los grupos municipales y de numerosas asociaciones de vecinos. No es una ocurrencia de un partido o del Alcalde.

2.º No es una medida hecha con ánimo recaudatorio, porque lo que se han instalado son «cojines berlineses» y señales indicativas de limitación de la velocidad, pero no se ha desplegado una red de radares para multar a los infractores.

3.º La limitación de la velocidad máxima a 30 km/h en ciudad se está implantando en muchas urbes españolas y europeas. Basta consultar en internet «ciudades con zona 30». La Dirección General de Tráfico la aconseja desde hace más de un año.

4.º La finalidad de establecer «zonas 30» es triple: beneficia al peatón, porque el riesgo de morir atropellado a 50 km/h es nueve veces mayor que si la velocidad es de 30 km/h; mejora el medio ambiente, rebajando la contaminación del aire y el ruido, y favorece la circulación en bicicleta, ya que el ciclista se siente menos intimidado si los coches van a menos velocidad y advertidos de su presencia.

5.º En la mayoría de las calles el promedio de velocidad de circulación en coche es inferior a 30 km/h. Según datos de la Policía Municipal, el promedio en el centro de la ciudad no llega a 20 km/h. En Madrid es de 9 km/h. La ralentización del tráfico la provoca el exceso de coches, no la «zona 30», inexistente hasta ahora.

6.º La «zona 30» puede flexibilizarse en muchas calles del centro. Como ya se propuso en el plan «30 Oviedo», las calles con dos carriles de una dirección pueden tener señalizado como «carril 30» sólo el de la derecha, dejando el otro como hasta ahora.

7.º La polémica recuerda la que hace años hubo cuando se implantó una amplia zona peatonal, con la diferencia de que ahora la medida es menos radical. No se restringe el uso del coche, sólo se limita su velocidad. Si en la actualidad nadie reniega de la peatonalización, seguro que en el futuro habrá consenso sobre la «zona 30», e incluso más barrios la demandarán. De hecho, algunos ya la están pidiendo.

8.º Nadie está obligado a desplazarse en bicicleta, pero el Ayuntamiento tiene el deber de fomentar y favorecer el uso de medios de transporte no contaminantes, y está demostrado que la bicicleta es un vehículo que sólo deja de ser saludable cuando circula en un ambiente hostil, creado durante años para que el coche se sienta el rey del asfalto y la bicicleta una incómoda intrusa.

9.º La señalización de la «zona 30» está relacionada con este cambio de mentalidad, y no con la recaudación. Por eso, junto al disco rojo de 30 km/h se indica en azul la prioridad del ciclista. Se trata de hacer visible la posible presencia de bicicletas en el asfalto, de evitar que el riesgo que supone la circulación motorizada constituya un peligro cierto si el conductor ignora esa posibilidad. A la vez, la señalización es una invitación del Ayuntamiento a que se use la bicicleta como medio de transporte, haciendo saber que se cuenta con el respaldo y la vigilancia policiales.

10.º El mayor obstáculo para usar la bicicleta en Oviedo no son las cuestas o el clima. Es el miedo a circular desprotegido en medio de un tráfico que te ignora. Con la «zona 30» no se pretende que el ciclista entorpezca al coche, porque la bicicleta no es un obstáculo puesto para molestar, sino un vehículo al que hay que respetar, como a un coche de autoescuela o a una máquina de obras, y que hay que respetar de un modo especial, porque el ciclista es mucho más vulnerable.

11.º El ciclista, por la cuenta que le trae, debe ser sumamente responsable, máxime en el inicio de este nuevo tiempo. Esto se resume en tres consejos: protegerse, haciéndose lo más visible posible (uso de prendas reflectantes y luces reglamentarias por la noche). Cumplir las señales de tráfico, pues es un vehículo más en el asfalto, y respetar en todo momento al peatón, el único sujeto más débil que el ciclista.

En suma, la señalización que ahora se implanta como «zona 30» quiere concienciar a los ciudadanos de que hay que cambiar los hábitos de desplazamiento en la ciudad. Si quieren ir en coche, sean más prudentes; si quieren llegar antes, vayan en bicicleta. Hagan la prueba y verán lo agradable que es no pensar dónde aparcar.