Suso CUARTAS

El modelo urbanístico llevado a cabo en el Fontán hace once años -derribo por la situación de ruina y reconstrucción reproduciendo fielmente la estética exterior- se extenderá al resto del Oviedo antiguo. El Ayuntamiento considera que es la única manera de que el casco histórico de la ciudad gane vecinos y actividad comercial, siguiendo el ejemplo de remodelaciones llevadas a cabo con éxito en los barrios monumentales de ciudades como Sevilla y Granada.

El primer ejemplo de esta política urbanística lo constituye el edificio de la calle San Isidoro, 22, en plena plaza del Paraguas y que alberga en su bajo el bar El Paraguas, un de los locales más emblemáticos del Antiguo. El inmueble será derribado y reedificado respetando su fisonomía y características exteriores, pero modificando su estructura interna para poder construir viviendas acordes con las necesidades actuales.

En el conjunto del Oviedo antiguo existen 981 edificios con diferentes grados de protección. La intención del Ayuntamiento, según señaló el concejal de Urbanismo, Alberto Mortera, es que los propietarios de los inmuebles que quieran llevar a cabo su mejora para poder comercializar nuevas viviendas encuentren facilidades para la reforma. «Se recuperarán así edificios, por parte de los propios propietarios, y con total respeto a la arquitectura de la zona», subrayó Alberto Mortera. Con la reforma de la estructura interior de los inmuebles, como es el caso del edificio de San Isidoro, 22, se pretende ganar más luz para las viviendas y una distribución racional de los pisos.

Mortera rechazó las críticas de PSOE y ASCIZ, que denuncian el riesgo para «las raíces históricas de Oviedo». Así, destacó que el proyecto del edificio del Paraguas ha sido aprobado por la Comisión de Patrimonio del Principado y tras recibir hoy el visto bueno del Pleno municipal, será remitido a la CUOTA. «PSOE y ASCIZ están solos en una queja sin fundamento, porque un casco histórico sin vecinos es una zona muerta», subrayó Mortera, que destacó que el estado de abandono total de la fábrica de loza de San Claudio es el mejor ejemplo de adonde lleva la política de conservación que quiere la oposición.