Roberto García, abogado, escritor y a punto de licenciar en Psicología por la Universidad de Oviedo, es el autor de un novedoso y extenso estudio titulado «Enciclopedia completa de H. P. Lovecraft», donde entre la erudición y la literatura se cuelan el miedo, la angustia, el terror y demás compañeros indeseables de la crisis económica en curso.

-¿Qué es «Enciclopedia completa de H. P. Lovecraft»?

-Es como un diccionario de todo lo que hizo, de lo que escribió, de sus personajes, de los lugares que cita o inventa. Hay algunas recopilaciones similares, pero ninguna en español y completa. Es una guía de consulta.

-En todo caso Lovecraft y sus terrores son pura actualidad.

-Es el gran maestro del género de terror y de ficción del siglo XX. La mayor parte de la literatura de fantasía y de terror que se produce en nuestros días surge de ahí, de él. La línea parte de Poe, sigue con Lovecraft y se despliega con Stefen King y otros autores similares. Escribe en los años veinte y treinta. Sólo cuentos, unos 70. De ahí salen las 360 páginas de mi libro.

-¿Y la actualidad?

-Cuando escribía, en los años veinte y treinta, la realidad era muy oscura, en muchas cosas como ocurre en nuestros días. Entonces, como ahora, no era fácil fiarse de las apariencias. Ahí está el caso de los controladores aéreos que, en cierta medida, deberían ser considerados como los buenos de la película aunque todo el mundo está en su contra, que si son unos criminales que si no sé qué. ¡Pero si los tenían trabajando 14 horas diarias! El terror puede cumplir, además, una función de catarsis.

-¿Un manual para alarmar?

-Si no se lee bien puede alarmar bastante. Pero no está pensado para eso.

-¿Entonces?

-Recoge los temores de su época. Un tiempo de cambio, de posguerra, con la crisis del 29, los ascensos de los fascismos y la amenaza del comunismo entre otras muchas cosas. Un tiempo brutal de variaciones que deja a la gente perdida.

-Hay incluso clubes dedicados a Lovecraft.

-Sí, los hay y en su tiempo los había. El propio Lovecraft escribía en un club. Le contaban cosas, respondía y de ahí salía un nuevo cuento o diversas narraciones que como racimos escribían otros miembros del club.

-En red, como ahora.

-Era casi un bloguero. Presidió una asociación de periodismo amateur que se parece a lo que ahora se hace con los blog.

-Periodismo ciudadano.

-Efectivamente, cada uno en su casa hacia unas hojas, las imprimía y las repartía entre amigos y vecinos. Los blogs actuales tampoco suelen ir mucho más allá de los amigos.

-¿Y ahora?

-Ahora hay infinidad de fans de Lovecraft. A los jóvenes les llega fundamentalmente por los juegos de rol. Se han añadido muchas cosas porque las temáticas y personajes de los cuentos originales se agotaron pronto. Y por ahí, por los juegos de rol, muchos chavales se meten después a leer los cuentos originales. Se lee mucho, pero no es un autor fácil. Escribía de una manera muy arcaica. Las traducciones han modificado algo ese estilo, pero realmente el texto inglés, el original, apenas se entiende. Escribía como en el siglo XVIII.

-¿Recogía mitos clásicos?

-Aparecen en algunas de las creaciones de su círculo, pero no son realmente de él sino préstamos. Se cartea sin cesar, por ejemplo, con el autor de Conan y ahí está el celtismo. Apenas coge elementos de los griegos. La verdad es que se lo inventa casi todo. Pone a los personajes frente a cosas o situaciones brutales y sorprendentes. Un mito griego, recogido en sus cuentos, no sería novedoso porque son bien conocidos.

-La angustia eterna.

-La crisis actual, aunque edulcorada, es aún peor que la que inspiró a Lovecraft sus cuentos de terror. Esta época sin distancias produce muchos temores. Cada generación casi habla un idioma distinto. Y la angustia está incluso más desatada ahora. Cuenta la crisis económica y la falta de sentido. La identidad ahora se vende. Antes se buscaba. Sólo había la muerte y tu identidad. Ahora hay mil identidades empaquetadas en los escaparates y eso crea angustia, hay que elegir. Antes, o eras minero como tu padre o estudiabas Derecho. Ahora te obligan a elegir entre muchas opciones y eso siempre es problemático.

-¿Lovecraft se liberaba con sus cuentos? No vivía de escribir.

-No vivía de nada. No trabajaba. Su madre, que lo traumatizó mucho, le hizo creer que era un caballero del siglo XVIII. Para él trabajar era algo inmoral. Se negaba a vender sus cuentos. Escribir por dinero era malo. Y no trabajaba en otras cosas. Sus amigos, para ayudarle, le pedían que pasase a máquina sus escritos y también hizo de negro de algunos pero devolvía los cheques que le entregaban. Vivía de sus tías. Todo muy extraño. Claro que bien mirado no era tan raro, había muchos escritores así. Y los hay.

-¿Qué destaca en la tradición española lovecraftiana?

-Panero sitúa un cuento en un pueblo inventado por Lovecraft. Había una productora en Barcelona que hizo varias películas sobre relatos de Lovecraft. También se han hecho varios fanzines.

-En su caso...

-Lo complicado fue leer todos los cuentos en varias ediciones para considerar el conjunto con variantes y hasta eventuales errores. Era muy culto, avanzó, por ejemplo, la teoría de la deriva de los continentes de Wegener que se confirmó años después de su muerte. Y predijo la clonación. Hay un cuento de 1927 en que menciona al bable. Y es que un personaje de sus cuentos es de Luarca y habla en bable con una civilización subterránea monstruosa. Lovecraft dice que habla en griego, latín, español y en el bable de su Asturias, de Luarca. Hoy en día es fácil por internet contar con esas referencias. En su caso, tenía una buena biblioteca. Se puede concluir, siguiendo el cuento, que el bable existía pero quizá no tenía nada que ver con esto que hay ahora.