Por buscar una planta con propiedades de elixir, en sintonía con la ópera de Donizetti, me acerqué a Bérgamo, cuna de este compositor; allí, el doctor Dulcamara me informó del yohimbe, árbol de hoja perenne que él consigue en Zaire, Camerún y Gabón, adonde viaja en globo. Su corteza contiene yohimbina, especie de hormona del alma, por no decir otra cosa, que levanta pasiones, por no decir otra cosa, y que aumenta la capacidad de cariño; es un decir. Un lametazo a la corteza del yohimbe produce tal descarga de oxitocina que pone en marcha un big-bang bioquímico que etcétera, etcétera, por no decir otra cosa, y, en fin, nos ha nacido un niño. Semejante lametada puede producir excitación, temblor y babeo; o, mejor dicho, lo produce, con toda seguridad. Ni qué decir que este árbol corre peligro de extinción, como la ópera en Oviedo, y nosotros con ellos.