Cuando se habla de presupuestos y estimación de ingresos y de gastos para el próximo ejercicio, suelo escuchar conjugaciones ya denunciadas aquí por este menda; «prevee, prevees, preveen, preveemos, preveéis, preveyeron...» son pronunciadas con ese espíritu redicho y decimal de los administrativos, conservadores en lo económico y derrochadores en lo gramatical, puesto que el verbo no es proveer, sino prever, y se conjuga como el verbo ver: prevé, prevés, prevén, prevemos, prevéis, previeron... Los ingresos, como los gastos, no se «preveen», se prevén. «Nos proveemos frente a la crisis», nos preparamos, reunimos lo necesario para afrontarla. También proveer puede significar que se confiere una dignidad, o que el juez dicta una resolución, y proveer puede referirse a exonerar el vientre, última fase del tránsito de los intestinos. No la caguemos hablando mal.