Herodes, para deshacerse del Niño Jesús, ordenó matar a los varones menores de dos años nacidos en Belén; unos dicen que asesinaron a seis, otros a seis mil. Como la sagrada Familia huyó a Egipto, después de que un ángel les anunciara las intenciones del Gobierno romano, hay quien cuestiona la honradez de José por no avisar al resto de familias comprometidas; ¿no le dio tiempo? Culpemos entonces a Dios por escatimar el envío de mensajeros a todos los interesados. ¿Era preciso sacrificar a esos inocentes para salvar al Salvador? No parece asunto baladí y extraña que tan trágico aniversario se convierta en día para gastar bromas, para que nos cuelguen monigotes en la espalda, embromados por la mano que mece la cuna; es como una señal, lo contrario del aviso del ángel, una traición: matad a éstos, burlaos de estos capullos, subidles por ejemplo el recibo de la luz.