Uno de los objetivos de del centro de apoyo a la integración Naranco es familiarizar a las personas discapacitadas con el transporte público, «como medida de integración». «No queremos etiquetarnos», sostiene la directora del centro, Trinidad Pérez, y pretende que puedan acceder a los servicios públicos como un ciudadano más.

Los tornos, los escalones imposibles, la ausencia de operarios que atiendan personalmente a los usuarios o la automatización de la venta de billetes hacen que viajar en tren sea una carrera de obstáculos, se queja, y no sólo para las personas con discapacidades.

Trinidad Pérez sólo pide que Renfe «cumpla con los mínimos de accesibilidad y tenga en cuenta en sus decisiones a las personas con discapacidad, a las lesionadas temporalmente, a aquellas que tienen discapacidades o visibles -enfermos cardiacos, con afecciones respiratorias...- a las que van en silla de ruedas o tienen dificultades para moverse -mayores, embarazadas...-». En definitiva, «un porcentaje muy elevado de usuarios de Renfe».