Juan Carlos Camino Canal, camionero de Villaviciosa con treinta años de experiencia, ganadero también, agricultor y filósofo, en su cuadra de Bozanes me habló del Volvo que conduce y de cómo lo programa para que no rebase los 90 por hora en autopista, o los 15, bajando Pajares. «Yo cuido el camión como a estas ovejas», acarició a una que balaba; «es que soy muy raro; ¿ves qué hierba?», metí la nariz en el pesebre, que olía a heno de Pravia; «pues el camión igual, en estado de revista, con todas las luces de gálibo brillantes, marcando el paquete; ya no fumo Farias ni en los descansos»; y me mostró su atuendo de seguridad para carga y descarga; «es que soy muy raro», repitió. Yo le dije que a mí me cuesta aguantarle los caballos al utilitario para que no galopen a más de 90 por el túnel de la Bolgachina, que cada día me resulta más difícil ser honrado, al menos en la carretera. Son raros los profesionales como Juan Carlos.