Chus NEIRA

Antonio Serrano es uno de esos músicos españoles mayúsculos con tendencia a esconderse a pesar de tener el don de la ubicuidad. Su caso es más grave porque su instrumento, la armónica, ha sido considerado, tradicionalmente y al margen de géneros propios como el blues o de cuatro virtuosos internacionales que la han hecho sonar alto y claro, un divertimento, algo menor. No lo es, ni mucho menos, en el caso de Serrano, formado en la clásica y disparado, desde hace años, en una carrera que le ha hecho saltar del pop al folclore, domar su soplido a los palos flamencos, arrastrarla por el arrabal de los tangos y hacerla volar, libre, por los territorios del jazz.

Todo eso lo ha hecho Antonio Serrano pegado a sus armónicas, y cada vez que usted recuerde haber escuchado una en una grabación importante del pop español posiblemente sea la suya. En el terreno del flamenco, Antonio Serrano también ha estado al lado de los grandes, de Enrique Morente a Paco de Lucía; y el jazz le ha permitido hacer música junto a Paquito D'Rivera, Wynton Marsalis o el gran armonicista Tooths Thielemans.

Entregado en su última etapa a la música de Piazzolla, Serrano ha encontrado en el tango la originalidad de llevar su instrumento a las tareas del bandoneón, rodeado de músicos como el pianista argentino afincado en España Mariano Díaz, que hoy le acompañará.

Su visita a Cajastur, en dúo, y que repite mañana en Gijón, es ocasión para disfrutar de su sonido, original, pulido, brillante, virtuoso y emocionante.