Médico homeópata

Elena FERNÁNDEZ-PELLO

En el Colegio Oficial de Médicos de Asturias hay actualmente cuarenta profesionales acreditados como homeópatas. En el siglo XIX, en el Oviedo de Clarín, es posible que ni siquiera hubiera tantos médicos en la ciudad. Francisco Fernández-Guisasola, que practica esa especialidad, ha indagado sobre el asunto, a partir de una cita del novelista en «Su único hijo», y dio cuenta del resultado de sus pesquisas en su discurso de ingreso en la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas.

-¿Qué interés tiene en averiguar si a finales del XIX había un médico homeópata en Oviedo?

-No es frecuente hablar de homeopatía en la literatura clásica. En «Su único hijo», Clarín cuenta que el médico que atiende a la familia es homeópata y partero. En «Tigre Juan» también sale la palabra homeopatía y Pérez Ayala era discípulo de Clarín, quiere decir que la homeopatía estaba de moda. Clarín tendía al costumbrismo, algo real había en sus personajes...

-¿Por dónde empezó a investigar?

-Fuimos a los archivos del Colegio de Médicos, revisamos biografías de médicos y encontramos a uno del que se hablaba como «paladín de la homeopatía», un personaje que parece ciguado, porque su rastro está plagado de erratas y mentiras. Es Baldomero González Valledor -ahí está el primer error, aparecía como Valedor-. Era médico, político y homeópata y encaja con la descripción de la novela. Encontramos un libro escrito por él, fue diputado a Cortes por Tineo y en «La Gaceta de Madrid» se le cita como consejero de Instrucción Pública. En la Gran Enciclopedia Asturiana consta que falleció en 1924 y también en «El Españolito», pero según la esquela y el archivo de nichos de Gijón falleció en 1925. Tenía hijos con tres apellidos distintos, lo que significa que se casó tres veces. En 1916 donó gran parte de su biblioteca a la Universidad de Oviedo y el resto a la Cátedra Jovellanos. Los libros que donó a la Universidad se quemaron en el 34 y los que entregó a la Cátedra Jovellanos ardieron en el 36. Sabemos que él, más que homeopatía hacía dosimetría y que organizó un congreso en Madrid.

-Así que es posible que Clarín lo conociera.

-Sí, al que seguro que conocía es al también médico Longoria Carbajal, jugaba con él al ajedrez.

-¿Los ovetenses recurrían a los homeópatas?

-Eran médicos, sin especificar. Había muy pocos, la colegiación se hizo obligatoria en 1898 y hasta el 84 no se creó la Asociación Asturiana de Clases Médicas.

-¿Cómo se formaban los facultativos?

-En la Universidad. Baldomero se doctoró en Medicina en Madrid, su padre era médico también. Ahora bien, la especialidad era otra cosa. En homeopatía él era autodidacta.

-¿La homeopatía era respetada?

-Había mucha polémica, desde que Hanneman empezó a utilizarla. En España hubo muchos homeópatas, en Madrid había un hospital. Con la Guerra Civil hubo un parón y sólo se mantuvo en Cataluña, por influencia francesa.

-La homeopatía tiene un aire de humanismo.

-Más que humanista, holista. No hay enfermedades sino enfermos, es uno de los fundamentos de la homeopatía; considera la totalidad de los síntomas y la individualidad del paciente. La filosofía de la homeopatía es vitalista, Hanneman habla de la fuerza vital, que hace que el cuerpo reaccione y se cure por sí mismo. «Similia similibus curantur» era una frase de Hipócrates. Hanneman descubre la homeopatía con la quinina, que provoca fiebre en las personas sanas y cura las fiebres palúdicas en los enfermos.

-¿Dónde se elaboraban los fármacos homeopáticos en el XIX?

-En general, eran los propios médicos los que preparaban las diluciones y se las daban a sus pacientes. Las impregnaciones se hacían en granos de azúcar, quizá porque Hanneman vivía encima de una pastelería y era de ahí de donde sacaba los gránulos.

-¿La homeopatía es natural?

-Lo es en el sentido de que los medicamentos proceden de los tres reinos naturales, pero tienen un proceso de elaboración, con diluciones e impregnaciones.

-Hay informes desfavorables sobre su eficacia.

-Hoy está de moda la medicina basada en la evidencia, que sólo admite protocolos cerrados que convierten al médico en un ordenador. No sé que pueda haber efecto placebo en niños y animales, y la homeopatía funciona especialmente bien en ellos. Funciona por el sistema de ensayo y error, pero no sabemos el mecanismo, igual que hace años se negaba la existencia de las bacterias.

-Entonces...

-No es rentable, es más barata para los laboratorios. Puedes patentar la molécula de la cespirina, pero no la belladona o el aconitum, son productos naturales no patentables. Son más baratos que los medicamentos alopáticos, pero para el bolsillo del paciente resultan más caros. En Francia, los medicamentos y las consultas homeopáticas están subvencionadas por la Seguridad Social.

-Y Clarín, ¿se curaba con homeopatía?

-¿Cómo podemos saber eso? Tomaba lo que el médico le recetaba, fuera un medicamento homeopático, alopático o una cataplasma, que por aquel entonces aún se utilizaban mucho.