Los devotos se disputaban ayer las andas de la Cruz y vigilaban atentamente las llamas de los cirios con los que acompañaban, por las calles de Montecerrao y del Cristo, el rezo del vía crucis del arciprestazgo de Oviedo, una tradición que constituye la antesala de la Semana Santa en la ciudad. El arzobispo, Jesús Sanz Montes, caminaba tras la cruz, flanqueado por una decena de sacerdotes y seguido por algo más de un centenar de fieles, entre ellos muchos jóvenes. Ésta era la segunda vez que presidía este acto. El año pasado lo hizo recién llegado a la diócesis.

Desde la parroquia de Montecerrao, de donde arrancó la marcha a las ocho de la tarde, hasta el santuario del Cristo de las Cadenas se fueron desgranando las estaciones penitenciales. Llegado el momento de que Simón de Cirene compartiera la carga de la Cruz con Jesús los fieles dejaban atrás las nuevas urbanizaciones de Montecerrao y al entrar a la avenida del Cristo la Verónica enjugaba el rostro al condenado.

La Policía Local abría paso entre el tráfico a la gente. También cerraba la comitiva, y tras el vehículo oficial iba avanzando un autobús urbano.

A modo de guía un religioso marcaba el paso con un bastón rematado con un crucifijo. Más atrás, un carrito con el equipo de megafonía, que ponía el toque rústico al evento, y a continuación las andas con la cruz, de madera y cubierta con un lienzo blanco.

Entre los fieles, cumpliendo con la celebración penitencial, caminaba el concejal y diputado del PP Jaime Reinares.

La ceremonia concluyó en el santuario del Cristo de las Cadenas, bien pasadas las nueve de la noche.

Mañana, el Arzobispo bendecirá los ramos, tras la procesión que saldrá de San Tirso a las once y media de la mañana. La Hermandad de los Estudiantes procesionará con el Santísimo Cristo de la Misericordia.

Este año, por primera vez, en la procesión del Domingo de Ramos de la parroquia de San Pedro de los Arcos, una tradición que se remonta a mediados del siglo pasado, la imagen de la Borriquilla será cargada por costaleros, hombres y mujeres sin hábitos ni capuchones, acompañados por la Banda de Cornetas y Tambores de la Cofradía del Silencio y de la Santa Cruz.

La imagen se custodiaba inicialmente en la parroquia de Santa María La Real de la Corte y fue donada a San Pedro por su regente y canónigo de la Catedral, Argimiro Llamas Rubio, fallecido en 1983.

La procesión de la Borriquilla salió por vez primera de San Pedro en 1957 y en 1958 procesionó por las calles del barrio subida en la caja de un camión de servicio público. Esta devoción fue recuperada en los años noventa.