Alcalde desde 1987, el más veterano de Asturias

Ángel FIDALGO

José Ramón García Saiz (Alto del Caleyo, 1953), casado y con una hija, es alcalde del Ayuntamiento de Ribera de Arriba desde el año 1987, lo que lo convierte en el decano de los regidores socialistas asturianos. Se define como sindicalista y socialista, al tiempo que no oculta su descontento con Zapatero.

-Empezó a trabajar...

-A los 14 años, en Almacenes Generales, donde crecí y subí profesionalmente al tiempo que nacía en mí el sindicalismo. Conseguí que todos los compañeros se afiliaran a UGT.

-Unas siglas que lleva con especial orgullo.

-Y a las que dedico desde el año 1976 todo mi trabajo e ilusiones, igual que al Ayuntamiento de Ribera de Arriba.

-¿Cómo llegó a la política?

-Fue una continuación lógica de mis ideales sindicalistas y siempre pensando en mejorar la situación de los vecinos de Ribera de Arriba, a los que me entregué totalmente desde que empecé como alcalde de barrio del Caleyo, donde siempre viví. En 1983 di el paso a concejal y después me tocó la Alcaldía.

-Nunca perdió unas elecciones.

-Es un orgullo muy grande. Nunca me planteé llegar a donde estoy ni tampoco lo busqué. Del primer mandato no quería pasar, pero luego fueron rodando las cosas.

-Alguien le animaría...

-El partido me lo pidió y siempre puse como condición que ése sería el último mandato.

-Va por el séptimo.

-Porque siento los problemas del municipio. Si no fuera así, posiblemente no estaría de alcalde.

-¿Cómo lleva esta dedicación su familia?

-No puedo quitar de la cabeza que tengo una hija y no la disfruté. Tiene 33 años, es toda una mujer, y no la vi crecer. Fue un error. De hecho, en más de un cumpleaños me dejó una nota en la que me decía: «Papá, quiero verte más». Esto es muy duro.

-¿Sus ambiciones políticas nunca pasaron del Caleyo?

-Simultaneé siendo alcalde responsabilidades en diferentes federaciones de UGT, y un accidente de automóvil terminó por aclararme las ideas en la actividad frenética que desarrollaba.

-Y dedicó todos sus esfuerzos al municipio.

-Del que tengo claro que soy uno más, y al que estoy volcado más que como alcalde como persona. Primero están los vecinos y después todo lo demás.

-Y los momentos difíciles...

-Estuve a punto de dejarlo todo cuando querían poner en el municipio los dos ciclos combinados. Fue una negociación muy dura y con muchas presiones por todas partes. Llegué a pasar noches sin dormir, pero al final resistí recordando la contaminación que sufrió el municipio con la térmica. Pude aguantar los cuatro años de negociación.

-¿Mereció la pena?

-Al final tuvieron que ceder ellos y los beneficiados fueron los vecinos. Fue duro, pero mereció la pena. Mis vecinos reconocieron lo que hice y fue un momento muy feliz. Fue entonces cuando sentí que me querían y eso nunca lo podré olvidar.