Chus NEIRA

Las elecciones del pasado día 22 dejaron ayer en Oviedo el primer cadáver político. Fue en las filas de la oposición. La hasta ahora candidata y portavoz de los socialistas ovetenses, Paloma Sainz, anunció ayer por la tarde a la ejecutiva local de su partido la «decisión irrevocable» de su renuncia al acta de concejal y a la portavocía del PSOE. Pocos minutos después, en una sede la agrupación socialista donde la risa nerviosa de los concejales socialistas no llegaba a ocultar la pesadumbre, Sainz lo comunicaba a los medios en rueda de prensa y justificaba su dimisión en el pago del precio político ante la «importante derrota» de los socialistas en Oviedo.

Firme en su última comparecencia, sin dejar escapar una lágrima ni abriendo lugar a la tristeza, Sainz fue clara: «Es una decisión difícil, pero lo hago en el momento adecuado y con la forma adecuada; para que este proyecto salga adelante alguien tiene que asumir la responsabilidad de los resultados de las elecciones».

El tiempo es el que marca el partido. Sainz aseguró que la decisión la tomó «casi inmediatamente» y que quiso ser «respetuosa» para no hacerla pública «antes de contrastarla con quien debía hacerlo». En ese contraste, admitió, hubo quien le pidió que cambiara de idea. «Quiero dejar claro», matizaba en una carta dirigida a los militantes, «que no renuncio atendiendo a razones de terceros; más bien al contrario, lo hago desoyendo respetuosamente a las personas que me piden que siga adelante».

Se trata, pues, de una decisión personal basada exclusivamente en los malos resultados. «No han sido los esperados, alguien tiene que asumir la responsabilidad y soy yo la que lo va a hacer», reiteró. Y no añadió más motivos. Sólo el mea culpa: «Los ciudadanos de esta ciudad han querido que la derecha siga gobernando, nosotros hemos quedado como tercera fuerza política y eso lo tengo que asumir yo personalmente». O bien: «Ha habido 10.000 personas menos que han votado al PSOE y alguien lo tiene que asumir. He sido la cabeza de lista, la que ha hablado y posiblemente la que no haya conectado con los ciudadanos». O en su carta a los socialistas: «No existen otras razones que la necesidad de dar paso a nuevas ideas que conecten mejor con los ciudadanos y que permitan superar el reciente retroceso electoral».

Sainz no obvió referirse a los momentos más duros vividos en la oposición -«mi vida y las de los míos se han visto afectadas de manera injusta por la baja calaña moral y nula cultura democráticas de nuestros adversarios, contra los que se volverá sin duda»- y también sacó pecho de sus logros. El más importante, haber acabado con la mayoría de De Lorenzo y hacer «irrenunciables» objetivos como echar atrás «Villa Magdalena». En sus últimas palabras, Paloma Sainz confesó: «Tenía fuerza, y creo que hubiera sido una buena alcaldesa, peor los que van a venir después van a ser mejores».

Paloma Sainz aguantó sin despeinarse la rueda de prensa en la que anunciaba su dimisión. Otra cosa fue cuando empezó a despedirse de los medios de comunicación y cuando se sucedieron los abrazos con los compañeros de partido, como Manuel Ángel Rodríguez, en la fotografía. En ese momento, ya en familia, lejos los flashes, Paloma Sainz dejó ver toda la emoción contenida que había detrás de su despedida y no pudo evitar el pañuelo y las lágrimas. Una compañera mayor de la casa le decía, «yo es que llevo quince días que no puedo ni respirar».