E. VÉLEZ

Una bandada de «patitos» llegó ayer al aparcamiento del Centro Integrado de Formación Profesional de Cerdeño. Se trataba en realidad de vehículos de dos ruedas, como motos y bicicletas, en los que los alumnos acudieron a recoger sus notas finales de acuerdo con la celebración de una jornada en defensa de la movilidad sostenible, que se enmarca dentro de los actos conmemorativos del XXV aniversario de la puesta en marcha del instituto.

En palabras del coordinador de la actividad, Francisco Javier López Cureses, «hemos decidido aprovechar la entrega de las calificaciones finales, donde los estudiantes están más distendidos, para mostrarles las ventajas del transporte público y el consumo responsable, para, de esta manera, convencerles de que utilicen alguno de estos medios para venir hasta aquí».

En el exterior del centro educativo, el responsable del área de proyectos de la Fundación Asturiana de la Energía, Rafael García Cuervo, explicaba a los chicos el funcionamiento de una bicicleta eléctrica y los animaba a montar en tres prototipos preparados para la ocasión.

Desde las 11 de la mañana, con la llegada de los primeros estudiantes al centro, era fácil adivinar quién había superado el curso con buenas notas y quién regresaba a casa con varios suspensos bajo el brazo. Los primeros recopilaban todos los folletos disponibles sobre nuevas formas de desplazamiento sostenible, se paraban a leer los paneles informativos colocados a lo largo de la explanada del aparcamiento y esperaban turno para probar una de las bicicletas eléctricas.

Laura Presumido, de 22 años, salía radiante del edificio central del instituto de Cerdeño, con el primer curso de Imagen para Diagnóstico superado y un primer impulso: probar uno de los vehículos eléctricos de dos ruedas: «Vengo todos los días en una bicicleta normal, de las de pedales, y estoy muy de acuerdo con apostar por este tipo de transporte».

Para el experto de la Fundación Asturiana de la Energía «en el momento en que se explican las consecuencias de dejar el coche en casa, todo el mundo se da cuenta de los beneficios globales como la reducción del tráfico en el centro urbano, una menor contaminación acústica y de CO2 y, por supuesto, las ventajas económicas».

Además de las bicicletas eléctricas, el centro mostró a los estudiantes dos cascos reflectantes «imprescindibles para usar con los "patitos"».

Fue el coordinador de la jornada y, a su vez, profesor del Departamento de Electrónica del instituto de Cerdeño, López Cureses, el encargado de bautizar la actividad sostenible como «Concentración de patitos»: «Al principio íbamos a llamarla de "pingüinos", como la concentración motorista internacional, pero al final quisimos darle un toque más personal y la llamamos así porque antiguamente aquí había una charca llena de patos».

Tras su paseo por las inmediaciones del Centro de Formación Profesional, Presumido intercambió la bicicleta eléctrica con otro de sus compañeros mientras alababa las ventajas del invento: «Me parece una solución estupenda para la ciudad, trataré de hacerme con una».

Mientras guardaba las notas en la mochila, la alumna comentó: «También es casualidad que hoy haya sido el único día que me han traído en coche al instituto».