Elena FERNÁNDEZ-PELLO

El personal del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) era incapaz de mencionar un acto con tal asistencia de público como el que se celebró ayer en el palacio del Conde de Toreno. La lectura del discurso de ingreso en la institución del catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Oviedo Leopoldo Tolivar fue seguida por un nutrido auditorio, que llenó el salón e incluso ocupó los pasillos. Y eso a pesar de que el mismo conferenciante era consciente de que «la disciplina que cultivo goza de mala reputación por su aridez». Aun así, Tolivar no quiso dejar de lado su especialidad y se animó con una conferencia que tituló «Leyes de aguas y aguas sin ley en el Principado de Asturias» y que más bien sirvió para dejar patente que en lo que a legislación sobre aguas se refiere, Asturias es un terreno poco fértil.

Leopoldo Tolivar tuvo muy presente en su ingreso en el RIDEA a su padre, José Ramón Tolivar Faes. «Confío en que su memoria se traduzca en autoexigencia y su trayectoria en la guía a seguir, a pesar de las distancias intelectual y moral, posiblemente insalvables», manifestó. Y no dejó atrás a su madre, fallecida el año pasado: «No quiero olvidar tampoco la ilusión con que mi madre, Cristina Alas, siguió los primeros pasos de mi candidatura al Real Instituto, a cuya culminación, que tanto le habría alegrado, no pudo llegar por apenas unas semanas».

El discurso del catedrático, descendiente del autor de «La Regenta» y del rector de la Universidad fusilado en la Guerra Civil, fue exhaustivo, plagado de datos, fechas y legislación que el conferenciante hizo más ameno con curiosidades, citas insólitas, de artículos publicados en prensa -como el dedicado a los puentes que recientemente firmó Fernando Romero en LA NUEVA ESPAÑA- o alusiones, más o menos veladas, a controversias actuales. Como cuando hablando de la construcción del puente de Puerto, en el entonces concejo de Ribera de Abajo, mencionó su demora por la ausencia del director de obra, que pasaba la mayor parte del tiempo en León, dejó caer que ese problema aún es frecuente hoy en día.

Tolivar habló de puentes, inundaciones, de las aspiraciones de navegabilidad del Nalón, de la desordenada gestión fluvial de los ayuntamientos y leyó varios textos de Jovellanos. Censuró la indiferencia con la que los asturianos contemplan «la regresión de la fauna acuática, particularmente nuestros emblemáticos salmones» y lamentó el que no hayamos «sabido siquiera protestar ante la división de la antigua Confederación Hidrográfica del Norte».

Su discurso iba a ser respondido por el director del RIDEA, Juan Ignacio Ruiz de la Peña. Como éste tuvo que ingresar ayer mismo por un problema respiratorio, el texto redactado por él fue leído por el subdirector, Florencio Friera. En la mesa, junto a Tolivar y Friera se sentó Juan Luis Rodríguez-Vigil, ex presidente del Principado y también miembro del instituto asturianista.

Fueron muchas las personalidades del ámbito socialista que acompañaron a Tolivar, que en su día fue candidato a la Alcaldía de Oviedo por el PSOE. El viceconsejero de Cultura, Jorge Fernández León, escuchaba atentamente, sentado en un banco en la galería; concejales, diputados y dirigentes del partido como Rafael Sariego, Benjamín Gutiérrez, Gonzalo Olmos, Avelino Martínez, Manuel Fernández de la Cera y Jorge Fernández Bustillo, por citar algunos; también hubo una amplia representación universitaria: su colega de Derecho Constitucional Ramón Punset, los historiadores David Ruiz -cuñado del ponente, que acudió con su esposa, Cristina Tolivar- y Josefa Sanz, y el economista Rafael Anes. También el canónigo Agustín Hevia-Ballina y el etnógrafo Julio Concepción -la anterior incorporación del RIDEA- asistieron al acto.

Al acabar su discurso, Tolivar volvió a la memoria de su padre, recordando el día de su ingreso en el instituto, el 19 de diciembre de 1985. Muchos de los que lo acompañaron entonces, observó, volvían a sentarse ayer en el mismo salón.