Lucía GAYO

La Asociación Evangélica «Manos Extendidas», dentro de su programa de actividades, ofrece durante todo el mes de julio un curso de manualidades y artes aplicadas para inmigrantes.

La finalidad del curso es la de capacitar y dar herramientas a los usuarios del centro para que puedan utilizar de forma constructiva su tiempo libre. Además, estos cursos pretenden facilitar su integración laboral.

«Con estas actividades, que las llevamos realizando desde 1999, aprenden alternativas de ocio y a veces descubren una actividad profesional», destaca Ana Sánchez, psicóloga de la asociación.

«Estos cursos les aportan integración, ya que pertenecen a partes muy diferentes, como Senegal, Honduras, Bulgaria o Marruecos. Además, es una oportunidad de pasar tiempo con gente sin gastar dinero, algo primordial para ellos», explica la psicóloga.

Isabel González, la profesora, llegó a «Manos Extendidas» gracias a Juan Sánchez, el responsable de la asociación. «Lo que más me asombró fue la comunicación que tienen entre ellos, ya que aunque no sean del mismo lugar tratan de entenderse de la mejor manera posible. Hay algunos a los que les encanta y están muy motivados. Estoy muy a gusto aquí con ellos», cuenta ilusionada la profesora.

Aunque los cursos son principalmente para los centros de acogida de la asociación, también puede participar gente que no esté en los centros. En el curso vigente están matriculados catorce inmigrantes.

Itzel Henríquez, natural de Honduras, reside desde hace tres años en España y es la directora de uno de los centros. «Siempre me gustó mucho el arte, pero no se me daba nada bien. Este curso es una gran oportunidad para realizar una actividad conjunta», comenta la hondureña.

El curso cuenta con la presencia de dos búlgaros, Hasan Sali y Sevinch. Hasan lleva nueve años en España y es director de uno de los centros para hombres. «Siempre me gustó el arte y nunca había venido a ningún curso, pero ahora me animé y estoy muy entretenido». Sevinch no habla mucho castellano, ya que lleva aproximadamente dos años en España. «Me gusta mucho esto», dijo la búlgara, con las pocas palabras que sabía pronunciar.

«Es el primer curso que hago y me gusta mucho. Estoy aprendiendo un montón de cosas nuevas», comenta Micaela Nigrelli, una argentina que dejó su tierra hace ya una década.

«Estos cursos siempre cuentan con mucha gente. Tenemos demasiada demanda, pero estamos encantados», explica Juan Sánchez, responsable de la Asociación Evangélica «Manos Extendidas».

«Emocionalmente estos cursos les proporcionan un montón de cosas porque les ayudan mucho a relacionarse con más gente. A la hora de buscar trabajo no les sirven de mucho, pero están mucho mejor aquí haciendo estos cursos que no en la calle o en casa perdiendo el tiempo», comenta el responsable.