Director de cine

Elena FERNÁNDEZ-PELLO

De un humor excelente -que debe ser el que gasta siempre-, ocurrente, chistoso y discretamente irreverente José Luis García Sánchez conversa telefónicamente con LA NUEVA ESPAÑA. El director de cine salmantino y su venerado Ramón del Valle-Inclán, al que ha dedicado un largo metraje de sus películas, son los protagonistas de la quinta edición de «Cine al aire libre en Bueño», que comienza hoy con el preestreno de su documental «De tertulia con Valle-Inclán» y continúa hasta el 5 de agosto con la proyección de las adaptaciones cinematográficas de García Sánchez de las tres obras que conforman la trilogía «Martes de carnaval».

-Es usted un rendido admirador de Valle-Inclán.

-De la literatura española, Valle-Inclán es el más importante. «El Quijote» es el mejor relato, pero ¿dónde está la poesía de Cervantes, el teatro? Valle-Inclán ha renovado el teatro universal, con la deformación grotesca, con una modernidad desde el punto de vista plástico incomparable. Es el primer literato que escribió cine. Y como persona, recorre un camino inverso al de los demás seres humanos, empieza siendo un joven modernista y acaba convertido en un viejo rabioso, se desacomoda.

-¿Qué quiere decir con eso de que escribe cine?

-Sobre todo al final. No se trata de que describa imágenes fáciles de ser llevadas al cine sino que escribe planos de cine. Cuando muere Valle-Inclán ya estaba hecho el cine más importante, ya había rodado Eisenstein sus películas, ya había surgido el expresionismo alemán.

-Entonces, ¿la obra de Valle-Inclán mantiene su actualidad?

-Los clásicos tienen una ventaja, que no se agotan. Decían que las obras de Valle-Inclán eran irrepresentables, eso era porque escribía para nosotros, no para la gente de su tiempo. Cuando se estrenó «Divinas palabras» le preguntaron si estaba contento y contestó que sí, pero que no le gustaba la interpretación de Enrique Borras porque hacía de sacristán como si fuera el cardenal Segura.

-Conoce bien su obra y su vida.

-Estoy continuamente releyendo a Valle-Inclán. Es el que más lejos ha llegado en el teatro. Burlarse de la religión, los curas, el matrimonio... como lo hace en «La rosa de papel» es lo más grande. Sólo tiene un problema, que no lo han traducido a otros idiomas, por la complejidad que tiene su sentido brutal del realismo.

-El esperpento es eso, exagerar la realidad hasta el límite, ¿no?

-Sí, el sainete elevado al cubo, decía.

-Presenta en Bueño el documental «De tertulia con Valle-Inclán».

-Sí, es el preestreno, no lo ha visto nadie. Es cosa de Juan Gona, que es insistentemente asturiano. El documental iba a ser un retrato de Valle-Inclán y ha acabado siendo un tertulia, que lo acerca a la gente de una manera amena. Son 45 minutos hablando sobre don Ramón, interpretado por Xerardo Pardo de Vega, con expertos como Hormigón, Margarita Sánchez Casas..., y pasean por Santiago, por la Ría de Arosa...

-La Asociación Cultural de Bueño advierte que este ciclo no es para mayorías.

-Para disfrutar del cine hace falta inquietud cultural o virginidad. El problema es que la gente sabe lo que va a ver. Por eso el éxito actual del teatro: la gente va virgen, no sabe qué se va a encontrar, le sorprende. Pero cualquiera puede disfrutar de Valle-Inclán, sus argumentos son sencillos: un soldado repatriado que roba la ropa de un boticario muerto para seducir a una prostituta, el boticario es el padre de la puta y en el bolsillo lleva una carta que ella le escribió y cuando la descubre la mujer muere de un patatús.

-Sí, muy sencillo. ¿Y encuentra por ahí algún continuador de Valle-Inclán?

-Bueno, efluvios hay muchos... Hasta Roberto Rosellini tiene esa película con Anna Magnani y Fellini, «L´amore». El segundo episodio, «La voz humana», no es más que «Flor de santidad».

-En Bueño, sus películas que están pensadas para ser emitidas en televisión se proyectarán al aire libre.

-Los espectadores de cine se están perdiendo y nos ha tocado a los viejos búfalos salir en misión. Hay que volver al cien, a hacer manitas. Recuerdo cuando en los cines de verano se llevaba la cena y las familias sacaban la tortilla y las sardinas.

-Confiemos en que el tiempo acompañe en Bueño.

-Sería magnífico ir con paraguas a ver la película, ¡imagínese qué foto para el periódico!

-Ha estado trabajando en Argame, en el centro audiovisual de Juan Gona.

-Sí, acabó de rodar «Los muertos no se tocan, nena» y tengo más proyectos. De hecho, tengo más proyectos que tiempo me queda de vida.