Ch. NEIRA

La imposición de las insignias de oro y entrega de los carnés de socios de honor del Día de Galicia en Asturias al presidente del Centro Asturiano de Oviedo, Alfredo Canteli, y al ex presidente de Banesto, Mario Conde, se convirtió ayer, en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, en una ceremonia de reivindicación de este último. El desagravio, el homenaje sentidísimo, quedó patente en muchos momentos de la ceremonia, pero quizás el más álgido fue el protagonizado por el presidente de la Diputación de Orense, José Luis Baltar, cuando gritó un «Mario Conde es la injusticia más grande que se ha hecho en este país en los últimos cincuenta años» y el público respondió con una ovación.

Antes, el presidente la Asociación del Día de Galicia en Asturias, Manuel Fernández, que con la jornada de ayer despedía unas celebraciones que habían arrancado el día 1 de septiembre con la feria gastronómica gallega instalada en el Milán, glosaba las figuras a los homenajeados con pasión y sin rodeos. En el caso de Mario Conde, Fernández citó su condición de joven y brillante abogado del Estado y su ascenso a la cúpula de Banesto, pero también su paso por la cárcel y, en especial, sus libros «Los días de gloria» y «Memorias de un preso», en los que relata sus años de presidio. «No es día para recordar momentos tristes», explicó el presidente del Día de Galicia en Asturias, pero sí para entregarle la insignia a Conde, siguió, en especial por su «dignidad, solidaridad y creencia en la justicia social». La loa a las profundas convicciones que Fernández descubrió en la figura de Mario Conde, acabó con la cita de otro de sus paisanos, Gonzalo Torrente Ballester: «Las cosas sólo dejan de existir cuando se deja de creer en ellas».

Para Alfredo Canteli, el presidente de los gallegos reservó recuerdos personales y le dedicó una versión de la presentación que el presidente del Centro Asturiano, relató, le suele hacer a él ante otros amigos: «Este no es gallego, es muy gallego». Así, Canteli, dijo, «no es asturiano, es muy asturiano». En el reconocimiento que le hizo ayer la comunidad gallega, explicó, pesan los vínculos de Canteli con Galicia, el servicio que el Centro Asturiano les presenta y los constantes viajes de sus socios a la vecina comunidad autónoma.

Mario Conde, antes de iniciar el discurso de agradecimiento, y antes, también, de los vítores que le dedicaría Baltar, inició su intervención aplaudiendo la presencia del presidente de la Diputación de Orense, «porque quien manda, manda». Luego, el de Tuy ya entró en la harina de su insignia y su premio e inició una reflexión sobre su trayectoria hasta detenerse en «esa etapa en la que me encontré conmigo mismo y entendí que el ser humano es más que un trozo de carne». El ex presidente de Banesto llegó a hacer una analogía entre su paso por la cárcel y la diáspora gallega por el mundo: «Soy de una aldea gallega de la que muchos salieron de allí a otros países; a mí me tenían en un sitio que no era muy bonito, pero era un emigrante, y como los gallegos que se tuvieron que buscar la vida, me decía "aguanta, que eres gallego". Y aguanté. Y ahora, cuando veo un gallego que vuelve feliz a su casa, me recuerda a mí mismo».

Siguió hablando de su amor por su tierra, donde reside en la actualidad, de cómo se lo ha trasladado a su mujer, almeriense, y concluyó con la receta de que «para vivir en paz, para ser feliz, hay que abrir un hueco en el corazón». «Y con esta medalla», se despidió, «hoy me habéis abierto un boquete».

Alfredo Canteli, que profesionalmente, como recordó, trabajó al lado de Mario Conde en Banesto, también agradeció con buenas y aplaudidas palabras las condecoraciones ofrecidas por los gallegos e intercambió bromas con Manuel Fernández, a quien pidió que de una vez por todas se le nombrara «cónsul honorario de Galicia en Asturias».

La intervención de Baltar, sin duda una de las más aplaudidas por los gallegos concentrados en el Auditorio, tuvo, junto a las palabras cariñosas dirigidas hacia Mario Conde, muchas dosis de buen humor gallego, como cuando se refirió al Centro Asturiano de Oviedo como «Centro Gallego de Asturias». Pero el grueso de su intervención fue una suerte de defensa del ex presidente de Banesto, al que, profetizó, «España reconocerá sus méritos y pagará por la injusticia» y a quien, «más que las cosas en Europa y demás, hay que dedicarle verdaderos homenajes como el de hoy». «Si no lo digo, reviento», remató.

Al acto acudieron también el concejal de Cultura de Oviedo, Jorge Menéndez, y el consejero de Economía, José Manuel Rivero, gallego de Cambados, quien excusó la ausencia del presidente del Principado, Álvarez-Cascos, por estar de viaje oficial en Argentina.