Unas horas antes del concierto, El Langui echaba flores a las fiestas de San Mateo, un modelo, según él, «del que deberían copiar muchas ciudades». La programación de los conciertos de la Catedral, con tres grupos de distintos palos cada noche, es fruto, en opinión de El Langui de «la cultura musical de esta ciudad». Algo que «es de agradecer por el público que tiene diez días de conciertos gratuitos, y también por los artistas».

Fue una noche con mucho de rap, «el movimiento musical que más ha subido en los últimos diez años», afirma uno de los líderes de «La Excepción», ese grupo de un barrio madrileño que hace rap suburbano con barniz gitano.

Cita a la Mala Rodríguez o a «Violadores del Verso» como iniciadores de una corriente que «está abriendo puertas a la gente y que sirve para que se fijen en ti y surjan nuevos grupos». Además está internet, donde, por cierto, «La Excepción» regala su último trabajo, «La verdad más verdadera», un disco lleno de rap, un género «que a la política nunca le ha gustado porque es un periódico más y además no es partidista», apostilló El Langui.

«La Excepción» repasó ayer su último disco pero no se olvidó de sus trabajos anteriores, esos en los que sus fans corean los estribillos y cabecean al ritmo que marca la banda. Así, hubo tiempo para algunos de los temas de los dos primeros discos, «Cata cheli» y «Aguantando el tirón». Canciones en las que el propio Langui ironiza sobre su discapacidad o Antón sobre su calidad de gitano.