D. ORIHUELA

Le tocó vivir años duros. Le tocó ser niño y joven en la primera mitad del siglo XX, ganarse la vida desde los nueve años, cuando tuvo que abandonar la escuela, y vivir la prisión por sus ideas revolucionarias.

Carlos Martínez, nacido en la ovetense calle Foncalada, se integró con 10 años en la célula comunista de su barrio y con 14 apoyó la revolución de 1934. Su madre vendía verduras en el Fontán y su padre ganaba algunas pesetas como zapatero remendón en un pequeño taller instalado bajo la escalera de un portal de la calle Fray Ceferino. Una familia numerosa, con ocho hermanos de los que no conoció a tres, obligó a Carlos a ponerse a trabajar siendo un niño.

Los sucesos de la primera mitad del siglo XX le llevaron por la senda del comunismo. Más tarde le tiró la literatura e intentó hacerse un hueco en Madrid, donde frecuentó tertulias con escritores de la talla de Camilo José Cela. Sin embargo, la vida bohemia de aquel Madrid de los años 40 no colmó sus ansias y regresó a su ciudad natal.

Carlos se hizo pescadero y poco a poco fue descubriendo su verdadera pasión, que no era otra que ayudar a los más necesitados. Fue el camino que le llevó a Dios y a ingresar en 1954 en el Opus Dei. Desde su pescadería, que tuvo en el Fontán, en Fray Ceferino esquina Río San Pedro y en Pérez de la Sala, extendía su amor a los demás y a Iglesia. A las clientas les ofrecía publicaciones cristianas.

Carlos Martínez fue uno de los fundadores de la Asociación Peñavera, primer centro juvenil de la Obra en el Principado, y se volcó con los más desfavorecidos.

Ahora un libro recoge todas las vivencias de este pescadero que desde 1975 y hasta su muerte en el año 2000 fue dejando por escrito reflexiones y vivencias que han compilado José Antonio Íñiguez y Pablo Álvarez, periodista de LA NUEVA ESPAÑA. Libro que hoy, a las ocho de la tarde, se presenta en el Auditorio.