Pablo GONZÁLEZ

San Lázaro adora a Santa Bárbara. Así sucederá este domingo coincidiendo con la festividad de la mártir, patrona de los mineros y artilleros. Por este motivo, la iglesia de San Lázaro bendecirá un altar construido en su honor con una misa dominical que se celebrará a las 13.00 horas. La misa será oficiada por Celestino Castañón, responsable de la parroquia durante más de cuarenta años y ahora adjunto a la misma tras su reciente jubilación.

«Es un altar muy sencillo que hemos colocado en un pequeño hueco que había. Y está junto a la Santina, porque en Asturias Santa Bárbara y la Santina son fáciles de aunar», explica Celestino Castañón, diseñador del altar, que ha sido llevado del papel a la realidad por Juan Dianez, vecino del barrio. Además, el diseño del altar ha servido para rescatar del «olvido» una figura de Santa Bárbara que estaba guardada en los sótanos del templo. La figura se eleva sobre un pedestal y cuenta con un fondo que asemeja una bocamina.

Castañón quiere así «hacer un hueco» en la iglesia de San Lázaro a la Hermandad de Santa Bárbara de mineros jubilados de Oviedo, fundada por él mismo en el año 1968, al par de su llegada a la parroquia. «Tomando una sidrina hablamos de crear la hermandad», explicaba ayer Castañón en referencia a las decenas de mineros jubilados procedentes de las cuencas del Caudal y del Nalón que eligieron San Lázaro para vivir su retiro. «Muchos lo hicieron para que sus hijos tuvieran más fácil estudiar», comentaba.

Lo que nació a la luz de un chigre se convirtió pronto para San Lázaro en un apoyo para la obra social que Castañón y un grupo de voluntarios estaba desarrollando en la zona. «La hermandad sirvió para abrir brecha en cuestiones sociales», rememoraba Castañón, y también porque «había que crear un poco de ambiente porque el barrio estaba un poco apagado». Aquellos mineros jubilados pusieron sus conocimientos al servicio del párroco, que impulsó la celebración de talleres de soldadura, de fontanería y de electricidad doméstica, destinados a la integración de muchas de las familias gitanas que en los años sesenta del siglo pasado vivían en San Lázaro. De igual forma, la hermandad, que llegó a contar con más de 150 miembros, sirvió para «echar una mano» a aquellos mineros jubilados con algún tipo de problema, especialmente económico.

Más de cuarenta años después, y según Castañón, «quedan pocos de aquellos jubilados», pero muchos de sus familiares, hasta medio centenar, siguen vinculados a la hermandad. «En el barrio todavía hay mucha gente vinculada a la minería», añadía Castañón. El propio sacerdote es natural de la Cruz de Mieres y fue durante más de tres lustros capellán de la empresa Hullera Española, uno de sus primeros destinos tras dejar el Seminario. «Santa Bárbara tiene predicamento en toda la región, no sólo en la Asturias minera», sentenciaba el sacerdote.