El último concierto del VII Ciclo de Música Sacra «Maestro de la Roza» ha tenido como protagonista la polifonía española del siglo XVI, interpretada por la institución que desde hace siete años organiza el ciclo, la Escolanía de San Salvador. Fundada por el maestro Alfredo de la Roza en 1972, viene ejerciendo una ininterrumpida doble labor formativa: acercar el arte de los sonidos a los más jóvenes y descubrir la dimensión espiritual humana a través de la música sacra. Por esta razón, el concierto no es el único medio donde se puede escuchar a la agrupación. En las misas y celebraciones religiosas, en las que participa a lo largo del año, es donde el grupo de niños y jóvenes que la forman redimensiona el concepto de música coral, pasando del mero entretenimiento sonoro a cumplir una función litúrgica que acerca a quien les escucha los misterios de la Palabra Revelada.

La Escolanía centró su actuación en la «misa parodia» «O magnum mysterium» de T. L. de Victoria (1548-1611). La técnica de la «misa parodia» consistía en la reutilización de materiales musicales de una composición anterior, en este caso el motete homónimo compuesto en 1572, que celebra el misterio del nacimiento de Jesús en Belén. Interpretado el motete en primer lugar, el público asistente pudo percibir los secretos de esta técnica al escuchar la interpretación de las diferentes secciones del «Propio» de la misa, el «Kyrie», «Gloria», «Credo», «Sanctus-Benedictus» y «Agnus Dei», en el que van surgiendo los diferentes motivos imitativos y ámbitos modales del motete original. Con gesto sencillo pero adecuado para contener las voces, Gaspar Muñiz, director de la Escolanía, consiguió extraer a la obra su carácter cargado de onda expresividad y recogimiento, dando muestra de un conocimiento maduro de la polifonía del siglo XVI, en la que los contrastes de intensidad y dinámica son fruto del discurrir del texto y no de reguladores externos.

La sección de Pueri Cantores de la Escolanía, los benjamines de la agrupación, dirigida por la profesora Elisa García, alternó con la misa de Victoria tres obras profanas extraídas de la colección «Canciones y Villanescas espirituales», de Francisco Guerrero (1528-1599), entre las que destacó «Si tus penas no pruebo», compuesta a tres voces y con texto de Lope de Vega. Si la formación y la educación vocal infantil es una labor encomiable, los frutos de este esfuerzo se pudieron saborear en este concierto, donde la timidez inicial dio paso a momentos de emotiva delicadeza, como fue el caso del «Ave María» de A. de la Roza.

Ya fuera de programa, «In Paradisum», del compositor papal H. J. Botor, fue cantado en homenaje póstumo al maestro De la Roza. Obra de factura moderna, se mueve a través de sonoridades que recuerdan a compositores como Faure o Durufle. Sus invocaciones finales a cargo de las voces blancas despidieron este VII Ciclo, que ha dejado en la memoria el recuerdo de un futuro aún por llegar, el VIII «Ciclo Maestro de la Roza».