Pablo GONZÁLEZ

«No voy a moverme de aquí hasta que entre en la cárcel». Consuelo Piernas pide justicia para su hijo Javier Ruiz, muerto tras ser atropellado por un conductor ebrio en 2007, mientras con una mano sostiene una cartera con una fotografía de su hijo y con la otra una pancarta en la que se puede leer: «Indulto no. Prisión ya. Justicia para Javi».

Con estas armas, Consuelo Piernas, en compañía de su hija Chelo Ruiz, espera que el conductor ebrio que embistió con su coche a su hijo en una calle de Oviedo cumpla la pena de dos años y tres meses a la que fue condenado en primera instancia por los Juzgados de lo penal. El fallo fue ratificado por la Audiencia Provincial. Ahora la defensa del conductor condenado ha pedido el indulto al Gobierno central, lo que mantiene, en principio, la ejecución de la pena congelada a la espera de conocer la decisión que en los próximos meses tome el Ejecutivo que presidirá Mariano Rajoy.

Consuelo Piernas decidió ayer mostrar su indignación en compañía de su hija frente a los Juzgados de Oviedo en la calle Comandante Caballero a base de pancarta y silbatos. Anteayer fue desalojada por la Policía Nacional después de acudir al Juzgado de lo penal que condenó al conductor para pedir que el magistrado ponga en marcha los resortes necesarios para que entre en la cárcel. «Me dicen que me ponga en su lugar (el del conductor). ¿Y quién se pone en el mío? Igual pretenden que le pida perdón y le dé un premio», comentaba ayer. «Se están riendo de mí», apuntaba.

Consuelo Piernas asume que el que el culpable de la muerte de su hijo de 20 años entre en la cárcel no se lo devolverá, pero sí servirá para obtener «algo de consuelo». «Mi hijo no hizo nada. Ahora parece que simplemente han pisado una lombriz», lamentaba.

El accidente que segó la vida de Javier Ruiz tuvo lugar en mayo de 2007, cuando el fallecido esperaba parado en un semáforo de la avenida del Mar, en la confluencia con Pontón de Vaqueros. En un momento dado, un coche, que iba a una velocidad cercana a los 100 kilómetros por hora, lo arrolló. El joven salió despedido a unos cinco metros de altura y a 28,60 de distancia del lugar del accidente. Durante el juicio el conductor reconoció que iba «bebido y muy rápido». El hombre, natural de Mieres, había salido a celebrar la noticia de que iba a ser padre por primera vez. «Me cambiaría por él. No quise hacerlo», aseveró. Al término de la vista pidió perdón a los padres del fallecido.