Hoy, si Dios quiere y no les parece mal a los judíos de la frontera, despertaré en Belén. Dormiré en la región de Judá, en la aldea donde nació David, el último de los hijos de Jesé, ungido rey por Samuel, el David que venció a Goliat, y entraré en la gruta donde hace 2011 años nació su descendiente, Jesús, hoy Basílica de la Natividad, custodiada por franciscanos, griegos y armenios. Tras un edicto romano, que obligaba a empadronarse, desde Nazaret, en Galilea, se trasladaron José y María encinta, y en esta gruta, por no encontrar sitio en el albergue, se refugiaron para que ella diera a luz y arropara al Niño en un pesebre de piedra. Una inscripción en el suelo lo indica: «Hic de Virgine Maria Jesus Christus natus est» («Aquí, de la Virgen María, nació Jesucristo»). Mi mujer, mi hijo y yo, no precisamente para más inri, nos alojaremos en el Bethlehem Jacir Palace.