David ORIHUELA

Fue una cosa a medio camino entre el recital de un cantautor y el concierto de una banda de rock. Aunque en todo momento con el público, unas 1.500 personas que abarrotaron el auditorio Príncipe Felipe, entregado al maestro de ceremonias, Dani Martín. El líder de «El Canto del Loco» presentó ayer en Oviedo su primer disco en solitario, «Pequeño», desde que tanto él como su primo, David Otero, optasen por iniciar caminos separados y dejar un poco apartada la banda.

«Qué maravilla. No había venido a Oviedo, soy un capullo. Es la primera vez desde que salió el disco y es un orgullo estar en vuestra tierra», declamó al empezar.

Un disco no da para un concierto de alrededor de dos horas, así que Dani tiró del repertorio de «El Canto del Loco» pero también de composiciones ajenas. No se cortó a la hora de sentarse en un taburete para darse «el gustazo», como él mismo dijo, «de tocar al maestro Serrat» y sonó «Aquellas pequeñas cosas». Hizo lo propio con «Aunque tú no lo sepas», de Quique González.

Daba igual que cantase sentado y a media luz o que lo hiciese con toda la banda en pose «stoniana» en el escenario, el público se levantó de sus butacas en la primera canción y no se volvió a sentar más, salvo pequeños parones que no duraban un tema entero.

«1 beso x un kg de fabes», decía un cartel. El cantante hizo la coña y aplaudió la propuesta.

Un concierto con niños y padres, con adolescentes y veteranos, pero sobre todo con muchas ganas de divertirse tanto encima del escenario como en el patio de butacas. Al final, en la puerta, los padres esperaban a sus hijos, hijas en su mayoría, para devolverles a la realidad.

Se apostaron en la primera fila con una pancarta en la que se leía «Pelayo, Julia y Adrián, también somos pequeños. Queremos besos. Dani Martín», como se aprecia en la imagen. La leyenda hacía un juego de palabras entre su condición de niños y el título del nuevo disco de su ídolo, cuya portada también reproducían. El mensaje no pasó desapercibido para el cantante. Los chavales se llevaron la alegría de la noche cuando los subió al escenario «porque llevan ahí todo el rato dándolo todo».