E. VÉLEZ

El 27 de enero de 1945 es una fecha especial en el calendario histórico judío. Auschwitz, el peor de los campos de concentración y exterminio nazi, fue liberado para acabar con el capítulo más terrible y oscuro de los 3.500 años de existencia de la comunidad israelita.

El monolito en recuerdo de los seis millones de judíos asesinados durante el Holocausto, ubicado en el Parque de Invierno, acogió ayer el homenaje a todas las víctimas del nazismo, organizado por la comunidad israelita del Principado en colaboración con el Ayuntamiento. «Para que el Holocausto no se repita, el poder más fuerte del pueblo es su propia memoria», comentó durante su discurso una emocionada Aida Oceransky, presidenta de la comunidad judía asturiana.

Una veintena de personas asistió al acto, que contó con la presencia del concejal de Urbanismo, José Ramón Pando, y una representación del colectivo gitano de Oviedo. Tras la lectura del discurso, los asistentes encendieron seis velas en honor a los diferentes grupos de víctimas de la masacre: judíos; ancianos, mujeres y niños; discapacitados; minorías étnicas; opositores al régimen nazi; militares y prisioneros. Según Oceransky, el objetivo fundamental de la conmemoración es «conseguir que las generaciones futuras conozcan lo que pasó hace tan sólo 67 años».

El Ayuntamiento ovetense fue el primer Consistorio del país que instaló un monumento en memoria del Holocausto o Shoá (término hebreo que significa masacre), al levantar un monolito en el Parque de Invierno en 2005. Tras siete años, ciudades como Madrid y Barcelona han seguido el ejemplo para que sus comunidades judías puedan celebrar el aniversario del Holocausto. «Agradecemos profundamente al Ayuntamiento que nos acompañe en un día tan señalado para nosotros», señaló Oceransky.

La ceremonia culminó con la lectura de una oración tradicional hebrea y la colocación de piedras sobre el monumento como símbolo de respeto hacia las víctimas. «Para que nunca vuelva a repetirse», reza la inscripción del monolito.