E. VÉLEZ

Los alumnos del Colegio Poeta Ángel González, antiguo Corredoria II, están acostumbrados a jugar entre charcos. Parte de la cancha de la escuela está inutilizada por una bolsa de agua y un plástico protege el suelo del gimnasio de las goteras.

Desde su inauguración, en 2008, la Asociación de Madres y Padres (AMPA) solicitó al Principado la creación de un espacio cubierto en el centro que cumpliese la función de polideportivo. «Las obras comenzaron el curso pasado y nos prometieron que estarían finalizadas en Semana Santa, ahora está a punto de cumplirse un año y sólo han puesto el techo», explica Mónica Cabo, miembro del AMPA del colegio. Para los padres, la falta de protección en los laterales de la cancha y la excesiva altura del techo dejan a los niños indefensos frente a la lluvia. «Es necesario proteger la cancha con metacrilato y solucionar los defectos constructivos que hacen que el agua se cuele por todas partes», comenta Cabo.

La práctica de los deportes en el Colegio Ángel González es complicada. El baloncesto y el balonmano han pasado a formar parte de la lista de tareas pendientes. Según los padres, las porterías y canastas «están tiradas en el césped a la espera de ser instaladas en la pista cubierta, que ni siquiera está pintada».

El gimnasio es la otra gran preocupación del AMPA del centro. Según Cabo, «el techo ha sido reparado tres veces en cuatro años, es decir, desde que el colegio abrió sus puertas ha tenido problemas de goteras que afectan directamente al gimnasio». El colegio ha recurrido a la imaginación para que los alumnos hagan Educación Física. Los aros de gimnasia rítmica sustituyen a las inexistentes líneas del área en la cancha deportiva y unos neumáticos evitan que se mueva el plástico que protege el suelo del gimnasio de las goteras. Los padres aseguran que «así no podemos seguir, ante todo están nuestros hijos».