Carolina G. MENÉNDEZ

Dos nuevos conceptos de establecimientos de hostelería han iniciado su andadura en la ciudad. Se trata de cafés-bares poco convencionales en los que, además de una decoración que los distingue del resto, poseen singulares áreas para la venta de ropa infantil, juegos educativos, complementos o chucherías. Y especialmente novedoso es que ambos cuentan con una zona lúdica adaptada a las necesidades de los pequeños, ambientada con llamativos colores y atiborrada de juguetes. Si bien Minamú, en la calle Bances Candamo esquina Marcos Peñarroyo, podría definirse como un original café para padres e hijos, Quemedas, en Marqués de Pidal, de mayor tamaño, acoge cuatro ambientes: café, bar-tienda, restaurante y rincón infantil. Su amplia oferta y singularidad lo convierten en un «delishop», como lo ha definido una clienta, si bien para sus propietarios, Cristina Fernández Felgueroso y Jorge Zapatero, «es una forma diferente de entender un espacio de hostelería». Abierto el 26 de noviembre pasado, en Quemedas el cliente puede calmar el apetito a cualquier hora del día con un plato salado (cremas de verduras, sandwiches o bocadillos, bagels de salmón o roast beef, ensaladas al gusto o hamburguesas, entre otras propuestas) o un antojo dulce (tarta de tiramisú o queso, brownies o muffins). Pero también puede elegir entre café, té, batido, vino o refresco (incluso de exóticos sabores) al tiempo que lee el periódico en un iPad. Y mientras los adultos ocupan las distintas áreas, los niños arman una construcción, leen un cuento o montan un rompecabezas.

En Minamú, por su parte, además de jugar, muchos pequeños meriendan alguno de los bocadillos de chorizo, quesito o Nocilla que Rosalía Vega García, su propietaria, les prepara con grandes dosis de cariño y que pueden acompañar con una pieza de fruta, un yogur o un vaso de leche. Y para los padres que olvidan el potito del bebé, Rosalía Vega también tiene un pequeño surtido.

Este establecimiento, que abrió sus puertas el 23 de octubre «y surgió por las pocas opciones que teníamos para salir con nuestro hijo», también organiza actividades con los niños. Así, ya han celebrado talleres de decoración de magdalenas y de elaboración de tarta con gominolas; incluso han festejado Halloween, Papa Noel, Nochevieja y la próxima semana harán lo propio con San Valentín. Y aunque los niños sean los principales actores de este luminoso lugar pintado en blanco con toques de verde chillón, también es frecuentado por adultos que no acuden con niños. «Hay quien nos pregunta si pueden entrar. Claro que sí», resalta la joven propietaria, que afronta con Minamú, decorado por Tomás Alonso y Elisa Vázquez, su primera experiencia en el negocio de la hostelería.

Nuevos también en este tipo de negocio son los dueños de Quemedas, aunque a Jorge Zapatero no le es del todo ajeno, ya que procede profesionalmente del desarrollo comercial; Cristina Fernández Felgueroso, por su parte, estaba igualmente vinculada a la empresa. Ambos trabajaban fuera de Asturias y a diferencia de otras personas que abandonan la región en busca de un futuro laboral, ellos regresan para afrontar un reto que sienten que va por buen camino. O así lo perciben por los comentarios de sus clientes, hombres y mujeres de los que no hay un perfil. Si por la mañana el local recibe una mayor afluencia de personas que trabajan en el entorno, a mediodía acude gente de todas las edades para realizar una comida ligera, sabrosa y diferente. Y por las tardes, de manera especial a la salida del colegio, es el tiempo de las madres con niños. Y en esta franja horaria, los fines de semana, son muchos los jóvenes que frecuentan este lugar de aire cosmopolita.