Elena FERNÁNDEZ-PELLO

En la última negociación con el Consorcio de Transportes del Principado, hace ya tres años, la implantación del billete único le costaba a Oviedo 60 céntimos por cada viajero llegado desde otro concejo, cuenta el ingeniero municipal Ignacio Ruiz Latierro. El ente público regional estaba dispuesto a subvencionar con 80 céntimos cada billete, el precio de cada trayecto con un bonobús de la línea urbana municipal; el resto, los otros 60 céntimos, corría a cargo del Ayuntamiento de Oviedo. La oferta fue desestimada, aun asumiendo que «el transporte público siempre es deficitario».

En las últimas semanas, a raíz del proceso abierto para diseñar un plan de movilidad para Oviedo, el ingreso del municipio en el Consorcio ha recobrado actualidad. Foro, el líder de la oposición en el Ayuntamiento ovetense, anima al nuevo alcalde, Agustín Iglesias Caunedo, a entablar negociaciones con el Gobierno regional. Desde el PSOE, Feliz Fernández lamenta «la marginación respecto al resto de los municipios asturianos» a la que Oviedo está relegada por su ausencia del Consorcio, y lo achaca a «la sinrazón del Ayuntamiento».

Feliz Fernández descarta el argumento que, desde hace años, esgrimen los detractores del billete único: lo mucho que le costaría al municipio cada pasajero foráneo. «Aun siendo receptores de viajeros, Oviedo debe estar ahí», sostiene. Es más, por el lugar que ocupa en la región, Fernández considera que debería encabezar ese tipo de iniciativas. El concejal socialista tiene claras las ventajas del billete único: cómodo, abarata los transbordos, potencia el uso del transporte público... Y en cuanto al que parece ser su único inconveniente, su coste para los ovetenses, afirma que en manos del equipo municipal de gobierno está negociar las condiciones del contrato.

En este asunto, IU-Los Verdes es contundente y defiende, en una moción que se debatirá en el próximo Pleno, la entrada de Oviedo en el Consorcio de Transportes este mismo año, sin detenerse en las condiciones. El grupo apuesta, según su portavoz, Roberto Sánchez Ramos, por «un nuevo modelo basado en la sostenibilidad, la eficiencia social y energética, la reducción de tarifas y el ahorro», y considera un hecho insólito que la ciudad sea la única capital que no participa en el Consorcio de Transportes de su comunidad.

El PP, que antes era acérrimo detractor de la incorporación del municipio en el Consorcio, con la llegada de Iglesias Caunedo a la Alcaldía ha flexibilizado su postura. Gerardo Antuña, concejal de Transporte, afirma que el equipo de gobierno «no ve nada negativo en el billete único», pero, puntualiza, «debemos analizar cómo integrarnos para que no sea gravoso para los ciudadanos». Repara en que Oviedo «importa más viajeros de los que exporta» y añade que incrementar su afluencia en las horas punta, lo que es de prever si se adopta el billete único, obligaría a ampliar la actual flota de autobuses urbanos. «¿Quién los va a financiar?», pregunta Antuña.

Los números se manejan a conveniencia. Dacio Alonso, el presidente de la Unión de Consumidores de Asturias, estima que Oviedo se hubiera ahorrado 350 euros por usuario habitual del transporte urbano de haber estado en el Consorcio. Asegura que «los ciudadanos que más han usado el billete único son los de Oviedo, al salir a otros municipios», y plantea que «en cada presupuesto el Ayuntamiento paga más a la empresa concesionaria del transporte, ocho millones este año, y el número de usuarios cada vez es menor».

En cuanto a la relación entre los ovetenses que se trasladan a otros concejos y los que llegan desde ellos, Alonso replica poniendo Gijón como ejemplo, totalmente integrada en el Consorcio y «con mayor flujo de viajeros». «Los de Oviedo son los únicos ciudadanos que no se benefician del dinero público que se destina al transporte», lamenta. Además, considera que «la capitalidad comporta obligaciones» y entre ellas incluye la pertenencia al Consorcio de Transportes.

Ruiz Latierro, con una visión más técnica, sostiene que el meollo de la cuestión reside en que «el transporte público por sí mismo es deficitario y un negocio deficitario si se amplía acaba siendo ruinoso. A más viajeros, más pérdidas».