Hay crónicas, sobre todo musicales, que pueden dejarse escritas de un año para otro, de una orquesta para otra, incluso de un compositor para otro. Mauro, un reconocido crítico taurino solía enviar la suya sin asistir a la plaza, a la vista de la ganadería y el cartel; pero una tarde se suspendió la corrida, no se enteró y envió su crónica al periódico; su jefe lo despidió. A los dos días se celebró la corrida y el enviado especial que cubrió el espectáculo le dijo al director: «¿Conserva la crítica de Mauro? Nos viene al pelo». Yo falté el viernes al Auditorio, pero leí varias crónicas y me extraña que obviaran cómo en el «Concierto para violín», de Sibelius, chirriaron los metales de la OSPA, hubo vibraciones fuera de partitura y descoordinación en la exuberancia; sí, es buena la técnica de la solista, Veronika Eberle, pero le falta arte; no hace olvidar las toses de la sala.