L. Á. V.

Tras el juicio, Daniela Rivillas, que acaba de cumplir 18 años, quiso ver a su hermana, con la que no ha perdido el contacto y a la que va a visitar a menudo a prisión. No deja de haber agradecimiento en sus palabras. «Karla lo hizo para defenderme, era la primera vez que mi padre me pegaba. A ella ya la había golpeado en otras ocasiones. No le quedó más remedio que hacer lo que hizo», aseguró Daniela en el vestíbulo de la sala de vistas. «Mi padre se ponía muy violento cuando bebía», añadió la joven, que ha estado viviendo hasta ahora en un centro de menores, del que ha salido al cumplir la mayoría de edad.

Ningún reproche por parte de su hermana menor. Tampoco por parte de los chicos que la acompañaban, uno de los cuales fue testigo del mortal apuñalamiento. Con un estilo típico de las bandas latinas y una cicatriz debajo de un ojo, el muchacho contó lo que había visto. «Todo empezó porque el padre me vio en casa, no quería que saliese con su hija. Intentó darme a mí y luego a Daniela, y entonces es cuando Karla salió a defenderla. Pasó todo muy rápido», señaló el joven, quien se quejó de que no le dejaban ir a ver a Karla a la prisión porque es «una mala influencia para ella». «No la he visto desde hace casi dos años y éramos muy amigos», añadió.

La que sin embargo no parece haber perdonado es la tía de Karla Rivillas, hermana de la víctima. Ayer negó incluso que fuese familiar de la joven. No ha querido ir a verla a prisión. El fiscal pide que le sea devuelto el dinero que pagó por el entierro de Luis Jairo Rivillas. En su caso pesa más el hecho de que le hayan matado a un hermano.