La «inmensa mayoría» es frase acuñada por imperialistas; con ella avalan sus pensamientos y proyectos, «sus proyectos de futuro», como dicen ahora, tan malamente dicho. Si la población astur no llega al millón de habitantes, su mayoría no puede ser inmensa. ¡Ay!, ¡qué afán de apoyarse en la inmensidad! El conserje les da la razón en algo, y de ahí inducen y conjeturan. Lajos Zilahy, en «Los Dukay», decía que estadísticas dignas de crédito sólo pueden obtenerse de nombres como Dickens, Dostoievski, Flaubert o Henry James, porque estudiaron el alma humana; pero, y esto lo digo yo, ¿cómo se atreven los políticos, que ni siquiera controlan su partido, a asumir la imposible tarea de escrutar y substanciar la psicología de los ciudadanos? Todos los días escucho a algún insolente altivo hablar en mi nombre, o sea, en nombre de la «inmensa mayoría».