Carolina G. MENÉNDEZ

El centro social El Cortijo de La Corredoria celebró ayer su vigésimo concurso de disfraces de Carnaval. Cerca de trescientos niños y adolescentes, acompañados de padres y abuelos, abarrotaron la planta baja y el jardín del edificio. Piratas, princesas, mosqueteros, pitufos, abejas, payasos, caperucitas rojas y brujas de todas las edades convivieron durante unas horas con los usuarios habituales del centro: hombres y mujeres que se reúnen para jugar a las cartas, el parchís o simplemente tomar un café.

Los participantes en el concurso, dividido en cuatro modalidades según la edad, derrocharon grandes dosis de imaginación y creatividad en la presentación de sus trajes, la mayoría de elaboración casera. Entre los muchos concursantes, por la pequeña pasarela desfilaron y obtuvieron premios desde un torero, una cómoda de habitación o un espantapájaros hasta Blancanieves, una abeja ecológica o una vampiresa, pasando por un caballero medieval, una camarera de los años cincuenta, un edificio o un policía.

El apartado de grupos fue especialmente vistoso, llenando de pitufos, caníbales, brujas, monsters o hippies el centro social. A todos la organización les premió con una chocolatada. Se repartieron cerca de 700 vasos.

Por su parte, el centro comercial Los Prados también vivió una jornada llena de color con la celebración de un concurso de disfraces de Carnaval y un desfile.