Una brasileña de 35 años, residente en Oviedo, reclama una indemnización de 32.000 euros a una conocida cadena de cirugía estética por los prejuicios físicos y estéticos que le causó una operación a la que se sometió para realzar y aumentar sus pechos. La chica presenta en cada seno una cicatriz de unos 20 centímetros de largo y dos de profundidad. Además, los pechos siguen caídos, por lo que considera que el resultado fue «catastrófico».

Ante los hechos, la mujer presentó una demanda por vía civil que fue aceptada a trámite y que se ha concretado en una vista celebrada en el Juzgado de primera instancia número 6 de Oviedo. Por su parte, la clínica defiende que no hubo ningún tipo de negligencia, que desde el principio advirtieron a la paciente de las complicaciones que se pueden presentar tras una operación de esas características y que además presentaba dos factores de riesgo: es fumadora y tiene genes negros.

Y es que, según explicó durante el juicio uno de los cirujanos que operó a la mujer, la calidad de la cicatriz que presenta la demandante se corresponde «a las de las pieles pigmentadas», en referencia a que la paciente es mulata. El cirujano insistió en que «cuantos más genes negros hay, más posibilidades de cicatrices. La cicatrización no es igual que en el cuerpo de una sueca».

De los 32.000 euros que reclama la mujer, 7.000 corresponden al coste de la operación y el resto a la indemnización por daños. Entre los 7.000 euros se incluyen unos 2.200 euros que corresponden a una liposucción que había contratado, que supuestamente pagó y que no realizó tras los problemas que surgieron con la operación de pecho.

Los hechos se remontan a mayo 2008 cuando la mujer, que por aquel entonces contaba con 32 años y residía en Oviedo, decidió acudir a una clínica dedicada a cuestiones de mejora estética. Su idea era la de elevar sus pechos y colocarse implantes para aumentar su talla de sujetador. El 13 de junio fue operada en una clínica privada de Gijón. Según insistió la letrada que representa los intereses de los responsables de la operación, la mujer no les hizo constar ningún problema hasta año y medio después de la primera intervención quirúrgica.

En diciembre de 2009, la demandante comenzó a tener problemas con uno de los implantes mamarios y acudió a la clínica. Allí, y según se puso de manifiesto durante el juicio, se comprobó que «la mama derecha estaba inflamada, roja, tensa y con fiebre», lo que coincidía con los síntomas de una infección. Los médicos decidieron realizarle una ecografía y comprobaron que uno de los implantes se había roto. Ya en enero de 2010, los doctores optaron por retirar las prótesis y realizar un cultivo, que resultó negativo. «No había infección», explicó uno de los cirujanos que la atendió. En junio del mismo año la mujer se somete a una nueva operación para volver a colocar los implantes. Es entonces cuando se queja de que el resultado no es el esperado y que ha comenzado a sufrir problemas de espalda y de cervicales. Tanto la abogada de la clínica como el cirujano que compareció en el juicio insistieron en que la mujer conocía los riesgos de la operación, y que éstos aparecen detallados en los consentimientos informados que firmó ante de pasar por el quirófano. El cirujano aseguró que el resultado de la operación fue bueno porque «el pezón está por encima del pliegue mamario».

Mientras, el perito de parte presentado en el juicio por Luis Nogueiro, abogado de la demandante, afirmó que «es normal el lugar donde aparecen las cicatrices, pero no así su tipo». Por su parte, el perito del juzgado lamentó no haber podido reconocer a la mujer, ya que ésta, que tampoco testificó en el juicio, regresó a Brasil por un problema familiar. De todas formas, aseguró que las cicatrices «son normales en este tipo de operación», pero matizó que el resultado de la operación «no es brillante» porque «las mamas siguen caídas y el relleno está más en las zonas inferiores que en las superiores».