Calificar de «excelso conjunto» una agrupación que hace su puesta de largo en su concierto en Oviedo -leído en el programa de mano- es, cuando menos, prematuro. Después de escuchar hace pocos días en el mismo auditorio a Joshua Bell, con la London Philarmonic Orchestra, Vadim Respin es presentado como «uno de los más grandes solistas de nuestros tiempos», algo rimbombante, aun cuando su currículum no se lo salte un torero. Como toda primicia, y la presentación de una nueva agrupación lo es, conlleva un riesgo, aunque su programa fue conservador en extremo. No se arriesga ni se innova. El conjunto es de muy alto nivel, pero su esquema programático lleva escuchándose décadas, por ejemplo, en la Sociedad Filarmónica de Oviedo. La pregunta es ¿qué aporta una nueva agrupación en el panorama musical actual? ¿Únicamente un alto grado de calidad interpretativa? Un referente de orquesta de cuerda de cámara con un violinista de primera fila mundial al frente puede ser la Kremerata Báltica, que aquí conocemos: calidad e innovación, tradición y modernidad. El flamante titular de la OSPA Rossen Milanov se presentaba el viernes con una obra compuesta en 1996 y con otra de 2012, ambas tuvieron un éxito y una acogida extraordinarios, casi diría que incluso más que la Sinfonía del «Nuevo Mundo» en la segunda parte. ¿Puede una agrupación musical nacer de espaldas a su tiempo?

La Filarmonía de Cámara de Valencia tiene una gran calidad, aunque en el resultado global se echó en falta la figura del director para equilibrar planos sonoros, para «corregir» en el mismo momento de la interpretación la ecualización global del sonido. Lucieron especialmente en la vistosidad de unos tempi vigorosos y nada acomodaticios, donde demostraron cohesión sin fisuras, también en la misma línea el violín solista Vadim Repin, en el concierto de Mendelssohn y en la Fantasía «Carmen», donde dejó patente su capacidad virtuosística. Pero globalmente la propuesta de la Filarmonía de Cámara de Valencia se quedó un poco por debajo de la media de los Conciertos del Auditorio. El «problema» del ciclo ovetense es la alta calidad que ofrece. En este contexto una agrupación como la Filarmonía de Cámara de Valencia en una Sociedad Filarmónica resultaría sobresaliente, en el de los Conciertos del Auditorio quizá se quede en un notable alto. Depende de dónde te batas el cobre.