Chus NEIRA

Una llamada a la lucha para tomar el control de las nuevas infraestructuras de la comunicación y poder utilizarlas como una herramienta de lucha junto a la toma de conciencia de que la tecnología no es neutral, más por la vía de Jerry Mander que por la de McLuhan, centraron ayer por la mañana la charla en la que la escritora Belén Gopegui llevó la voz cantante en medio del coro asambleario de la gente del centro ocupado de La Madreña.

La reunión trató de los medios de comunicación, aunque también dio para que la escritora se interesara e interrogara a los presentes por la situación del edificio de General Elorza, uno de los pocos que se tomaron en España al calor del movimiento 15-M que no ha sido todavía desalojado. O, también, para que analizara cómo está la cuestión en el mundo editorial nacional, por donde la escritora, detalló, ha logrado transitar «sin cambiar» gracias a la «estrategia de Ulises» (la ayuda de compañeros y amigos, como los que ataron al rey de Ítaca frente a los cantos de las sirenas).

Gopegui llamó la atención sobre la necesidad de hacerse con infraestructuras libres en internet que no estén controladas por empresas. Y lamentó que todavía nadie pida que haya «un tuenti o un twitter público igual que hay una sanidad o una educación públicas». Se da por hecho, concluyó «que esos canales sean de empresas privadas».

El debate se animó entre los presentes sobre la posibilidad o imposibilidad de utilizar determinados medios (la televisión o las redes sociales) para fines revolucionarios. Entre otros razonamientos, Gopegui citó una reflexión de Brecht, sacada de sus épocas en Hollywood, en las que manifestaba: «Es absurdo pensar que los capitalistas van a boicotearse a sí mismos». La escritora también puso a remojo la idea de que las redes sociales hayan sido cruciales para las revueltas árabes o el 15-M, ante la incertidumbre sobre las primeras y la certeza, en el segundo caso, de que «lo que lo ha implantado definitivamente han sido las asambleas».

En la recta final del debate, distintas personas vinculadas a La Madreña expusieron a Gopegui los problemas del centro y las dudas del colectivo, en torno a la disyuntiva de decantarse más por actividades lúdicas y culturales o por una acción política más definida y eficaz. La escritora sugirió como camino de acción la puesta en marcha de actividades que se conviertan en imprescindibles para el barrio.