Ángel FIDALGO

La catedral de Oviedo acogió ayer una misa y responso por Alfonso II el Casto, el rey que hizo de Oviedo la capital asturiana. Entre sus muchos méritos están sus victorias militares, que lo condujeron con éxito hasta Lisboa, o el haber sido el primer peregrino a la tumba de Santiago, en Compostela, abriendo el camino primigenio de la ruta jacobea.

Por eso ayer, continuando con una joven tradición, el cabildo de la Catedral y la Corporación municipal rindieron homenaje a una de las figuras históricas más relevantes de Asturias y de Oviedo.

Así lo reconoció el canónigo José Franco, durante una homilía llena de citas evangélicas que giraron en torno al agua y a las mejoras que el monarca trajo a la joven ciudad en la que instaló su corte. El canónigo amenizó su intervención con frases como: «Toma nota, Agustín», apuntando directamente al nuevo alcalde de la ciudad cuando cantaba las excelencias que en Oviedo había hecho Alfonso II; también cuando llegó la hora de dar la paz a los asistentes echó de menos al portavoz de Foro, Arturo González de Mesa, que no asistió al responso. «¿Donde está Arturo? Piró», dijo José Franco, que con sus comentarios contribuyó a que un acto tan solemne como el responso tuviera su puntín de inflexión y de acercamiento al día a día de la sociedad ovetense. José Franco, una vez más, supo manejar a la perfección la situación como un buen anfitrión.

Todos los grupos de la Corporación municipal, salvo IU, acudieron al acto. Sobre esta ausencia José Franco no reparó, tal vez por la costumbre.

Otras advertencias del oficiante de la eucaristía al Alcalde y ediles apuntaron directamente a la solidaridad en estos tiempo tan difíciles, en los que aconsejó prestar atención y ayuda a todos los que sufren.

«Alcalde y concejales, fijaos en estas palabras. Echad una mano a esta ciudad, noble, invicta y gloriosa, que tanto amamos todos, pero en la que hay personas en estado de necesidad a las que hay que ayudar», les espetó con un tono solemne y directo José Franco. En la misma línea, el canónigo de la Catedral destacó que «se está vendiendo mucho en esta ciudad el amor a las cosas de Dios; pero nuestra ciudad tiene que ser referencia para que seamos todos más felices y bienaventurados».

José Franco, mirando directamente al alcalde, le dijo que era el primer responso del rey Alfonso II que presidía, «y en esta eucaristía vamos a pedir por ti, por toda la Corporación y por todas las personas que llenan esta capilla».

A los políticos les recordó que no estaría nada mal que imitaran al Rey Casto en sus obras civiles y construcciones religiosas.

A la hora del responso ante el sarcófago del monarca, el coro de las Pelayas, por megafonía, cantó los rezos ceremoniales, aportando belleza a la liturgia.