Ch. NEIRA

Ayer la farmacia de la esquina de Uría 16 con Milicias tuvo que echar a la calle a parte de sus empleados. Un ERE temporal del que esperan salir cuando logren un traslado a Doctor Casal. La tienda de ropa Bigger también ha sido desalojada y se mudará a otra dirección en Uría. El edificio, un inmueble singular obra de Juan Miguel de la Guardia de 1889, acaba de ser acordonado por la Policía Municipal al haber sido declarado el desalojo forzoso del edificio por ruina, al superar en más de la mitad de su valor el coste de una rehabilitación.

La medida, que afecta también a algún particular, no permite, según denuncian los vecinos, el regreso a esta ubicación ni han logrado ningún acuerdo con la propiedad. Hace dos semanas y medio recibieron la orden de desalojo donde les daban diez días hábiles para abandonar los bajos. El martes se cumplió el plazo. Y ayer, por primera vez desde 1892, cuando el doctor Galván abrió la primera farmacia en la esquina de Uría con Milicias, el número 16 de la gran avenida comercial de Oviedo dejó de tener farmacia.

Los inquilinos, como ha sucedido en otros edificios de esta emblemática manzana, casi todos del mismo propietario, denuncian que para llegar a esta situación los dueños han hecho todo lo posible para que el inmueble se fuera deteriorando. No hicieron los arreglos requeridos, que por otra parte, ya consta en el catálogo de edificios de interés del Plan General. Allí, la ficha de Uría 16 explica que el estado de conservación de la estructura es «bastante malo en líneas generales». «Si bien la estructura vertical, y especialmente los muros perimetrales exteriores, no presentan desperfectos alarmantes, no sucede lo mismo con la estructura horizontal. Estos forjados de madera están totalmente afectados por problemas de diverso tipo que han alterado sus capacidades portantes, hasta el punto de hacerse necesario su apuntalamiento en varios sitios».

Los vecinos aseguran que el Ayuntamiento de Oviedo denegó en varias ocasiones a la propietaria la ruina del edificio, obligándole a realizar reformas que, denuncian los inquilinos, nunca llegaron. Al revés, insisten, se dejó que el inmueble se fuera vaciando de vecinos, que se rompieran los cristales, que entraran las humedades y que creciera la vegetación.

Después de tres intentos de ruina en veinte años, aseguran algunos de los inquilinos, ha llegado la rescisión forzosa del contrato de arrendamiento. Los afectados, añaden, no han tenido posibilidad de establecer comunicación directa ninguna con la propiedad. El futuro del edificio de De la Guardia de Uría 16 queda en la ruina.