Virginia Apgar ideó el test que lleva su nombre; un examen para valorar el estado del neonato tras el parto. El recién nacido es evaluado de acuerdo a cinco parámetros que se puntúan entre cero y dos: color de la piel, frecuencia cardiaca, reflejos, tono muscular y respiración; sumando las cinco puntuaciones se obtiene el resultado del test, y para conseguir el ingreso a la vida en condiciones normales no vale un aprobado, ni un notable siquiera, es necesario el sobresaliente. La palabra APGAR puede usarse como acrónimo o regla mnemotécnica que nos recuerda los criterios evaluados: Apariencia, Pulso, Gesticulación, Actividad y Respiración. Aplicados a nuestro parto electoral, la apariencia es cuestionable, el pulso irregular, gesticula, eso sí; su actividad es sospechosa, como rabo de lagartija, pero no respira. Para un cinco rapadín, ¡le urge una nalgada!