Así como en Grado ha sido creado de la nada un nuevo bautismo civil, que se une a los diversos servicios municipales de este tipo ya ofrecidos en varios ayuntamientos asturianos, incluso una especie de primera comunión laica, alguien pretende promover procesiones civiles paralelas a las de Semana Santa. Por el momento, Oviedo recobra y aún progresa en la tradición procesional, con llamativas novedades como las nacidas al amparo de San Francisco Javier en la Tenderina de la mano de Alberto Reigada.

De hecho, lo que sí se ha producido en años anteriores ha sido un desfile, digamos, no convencional que ha dado en llamarse la procesión atea por su propuesta radical en Madrid. Este año, los organizadores no han conseguido permiso para salir el Jueves Santo, aunque lo intentarán con posterioridad con el alegato de aportar a la sociedad una opción superadora de ancestrales costumbres (sic) y contra el hecho de que «en el llamado Jueves Santo» son «tomadas las calles haciéndolas intransitables y ofendiendo la sensibilidad de quienes estimamos la vida en plenitud».

La edición anterior consistió en un recorrido urbano, entre pancartas, blasfemias, banderas republicanas y expresivos eslóganes cargados de imaginación, como: «Curas y militares, parásitos sociales», «Ser cura o policía vergüenza me daría», «La Virgen María también abortaría», «Hay que quemar la Conferencia Episcopal», «Rouco, cabrón, trabaja de peón» o «Menos rosarios y más bolas chinas», junto a otros surtidos refinamientos por el estilo.

El lema de este año es el de «No más privilegios para el clero» y trata de poner el acento en la financiación de la Iglesia católica en España. Preocupación muy parecida a la del concejal ovetense Roberto Sánchez en la presentación de Gonzalo Puente Ojea este día en el Club Prensa de nuestro periódico al lamentar «los cientos de miles de euros que salen de nuestros bolsillos». Para la Iglesia, se entiende.

Enfoque que, aparte de ocultar la aportación voluntaria que supone la declaración del IRPF, se contradice con el razonado escrito publicado ayer en LNE en el que don Adolfo Rovira expone la igualdad de tratamiento fiscal con otras religiones mayoritarias, incluido el Islam, así como la Cruz Roja, partidos, sindicatos, embajadas y el patrimonio histórico-artístico. Eso sin considerar la ingente tarea social de Cáritas y otras instituciones católicas, que ésa sí que sale de los bolsillos de sus donantes y del trabajo de sus voluntarios.

Ojea, por su parte, presentó a San Pablo como un desquiciado y a Cristo como un fracasado psicópata, después de comparar a la Iglesia con la Alemania nazi y sin dejar de tirarle un «viaje» al Rey, que es el deporte de moda y que será, sin duda, sublimado en el próximo partido de Copa. Pero ésa es otra historia.

Que tenga el lector una Semana Santa «en plenitud». La de verdad.