E. V.

La misa crismal del Martes Santo se convirtió ayer en la Catedral en una reflexión profunda sobre el oficio del sacerdocio. El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, presidió la ceremonia y durante su homilía se dirigió especialmente a los 142 sacerdotes venidos de toda Asturias dispuestos a renovar sus promesas. «A nuestro oficio no se llega a través de una conquista religiosa, ni es el fruto de una oposición que hayamos aprobado, sino que es un don que se nos ha regalado por una misteriosa llamada de parte de alguien que nos amó», anunció el prelado, que estuvo acompañado en la misa por el arzobispo emérito, Gabino Díaz Merchán, vicarios episcopales y arciprestes asturianos.

Sanz alentó a los religiosos, «tanto jóvenes como de edad madura», a continuar su misión pastoral «porque no somos vendedores a comisión, sino testigos de una buena noticia que llena de esperanza nuestros días», y les instó a evitar «el aburguesamiento y la amargura ya que si hay tristeza, no podemos hablar ni de amistad con Cristo ni entre nosotros».

El arzobispo destacó la necesidad de renovar las promesas sacerdotales poniendo como ejemplo su propia trayectoria: «Cada mañana cuando me levanto vuelvo a pedir la gracias de ser hijo de Dios, hijo de la Iglesia y hermano vuestro». Sanz pidió perdón a sus presbíteros «por no estar más cerca, por no saber acompañar desde la verdad y desde el afecto a cada uno de vosotros, mis compañeros».

La misa crismal comenzó a las once de la mañana con la intervención de la «Schola cantorum» catedralicia. Desde la sacristía, los sacerdotes presentes en la Catedral procesionaron por la nave lateral izquierda y el pasillo central hasta el altar mayor. Tras ellos, los arciprestes de la diócesis asturiana y el arzobispo de Oviedo, acompañado por el arzobispo emérito, Díaz Merchán, ocuparon su lugar en el altar.

Un fallo en la megafonía del templo impidió oír con claridad los primeros minutos de la homilía. Una subida de tensión provocada por la realización de las obras del plan director de la Catedral dejó sin luz a la sacristía y afectó el sistema de altavoces pero la rápida intervención de los técnicos de los trabajos permitió continuar con la misa crismal con normalidad.

Tras la renovación de los votos sacerdotales, el Arzobispo inició la bendición de los santos óleos que se utilizarán en las parroquias para celebrar los sacramentos.

La procesión del Silencio logra vencer a la lluvia

La cofradía del Silencio y Santa Cruz esperó ayer veinte minutos en la plaza Feijoo, junto a la iglesia Santa María La Real de la Corte (en la imagen), a que la lluvia cesase. La procesión del Silencio logró finalmente hacer su recorrido por las calles de Oviedo a partir de las 20.50 horas y, por primera vez tuvo lugar el solemne acto del silencio, presidido por el paso de la Santa Cruz, frente a la parroquia.