Á. F.

Diego Valladares Fernández y José Antonio Díaz García habían comprado el avión teledirigido las pasadas Navidades, y desde entonces prácticamente todos los días lo hacían volar junto a la iglesia de Soto y el colegio a última hora de la tarde. Uno de los vuelos acabó con el aparato en un islote del río, y ayer su recuperación acabó en tragedia.

Amigos y vecinos vivieron con incredulidad el suceso. Las víctimas eran muy conocidas en Trubia, donde el primero de ellos regentaba el estanco de Soto de Abajo, y antes tenía un bar muy frecuentado por los trubiecos, El Rasta.

Sus allegados comentaban también que se trataba de dos personas muy deportistas y amantes de las actividades de aire libre. De hecho, Diego Valladares antes de meterse en el agua para intentar rescatar el avión que estaba en lo alto de un gran árbol, se había puesto un traje de neopreno de los que utilizan los surfistas, y la cuerda que lo sujetaba era de escalada.

La búsqueda de José Antonio Díaz se extenderá hoy desde la zona de su desaparición hasta la cercana presa de Priañes, hasta donde la corriente lo pudo haber arrastrado ayer.