Día mundial de la reducción de gastos militares»; hoy el Ministerio de Defensa debería quitarle una hilada de sillares a las murallas y darla a los pobres para hacer casas, descoser una estrella a las gorras de los oficiales y donarlas a los que sueñan con un firmamento esperanzador. Mal estamos para dar empleo a defensores de la patria. Una pariente mía, en una entrevista en la Subdelegación de Defensa, en la plaza de España, aseguró que con un Cetme atinaría a una golondrina que sobrevolaba la torre de Telefónica, y le dijeron: «Cuando tengamos que matar golondrinas te avisaremos». El aspirante que pasó después confesó que le iba la marcha y que tenía madera de general, y el sargento lo despidió: «Aquí no queremos generales de madera». Los recortes son así de crueles; sube tanto el nivel de exigencias que hasta la guerra parece una utopía.