Carolina G. MENÉNDEZ

«Hemos elaborado unas creencias erróneas sobre el amor, ya que el enamoramiento no es amor, sólo una parte; es la pasión amorosa, una concepción idealizada, una mala herencia platónica», señaló la psicóloga Marta Alonso durante la charla que ayer ofreció en el Auditorio.

Con el apoyo visual de hermosas imágenes acompañadas de música relajante que propiciaron la atención del público, la psicóloga colaboradora del Teléfono de la Esperanza ofreció una charla ágil y amena que sorprendió a los asistentes porque desmontó muchos de los mitos sobre uno de los sentimientos más fuertes del ser humano. «Nos educan con la idea de que el amor lo puede todo y no es verdad, no lo justifica todo. Entramos en la irracionalidad del amor cuando lo hacemos con estas concepciones erróneas», resaltó la profesional, al tiempo que definió la entrega hacia la otra persona como «el equilibrio entre el sentimiento y la razón, que hay que alimentar porque de lo contrario se seca y se muere. Necesita de admiración, proyectos comunes, respeto, compromiso voluntario o amistad».

La psicóloga hizo hincapié en diferenciar enamoramiento y amor. «El primero es absurdo, ciego, loco, no respiras, no te deja ver el camino, es bonito, aunque esté desafinado, tienes una energía intensa, la mente y el cuerpo están ocupados en la otra persona, de la que magnificas sus cualidades», apuntó. Esta etapa de pasión, señaló Alonso, puede ser peligrosa si no se sabe manejar, «llega a poseer toda la sintomatología de una adicción: tolerancia, abstinencia y recaída», dijo.

Por eso, para vivir un amor pensado y consciente -que se desarrolla en tres fases: deseo y pasión, amistad y comprensión-, Marta Alonso recomienda estar alerta justo antes de caer en el enamoramiento: «El estado de alerta dura muy poco; es el momento de ver si la persona te conviene o no, ya que cuando uno entra en el enamoramiento la razón no funciona y ya no hay marcha atrás. Aquí el principio del placer puede más que el principio de la realidad».

La importancia de elegir a la otra persona con la razón evita el sufrimiento. «Cuando no se ha utilizado la cabeza, se sufre, de ahí la conveniencia de retirarse a tiempo. Se pierde placer, pero se gana en libertad», apuntó la psicóloga, quien aconseja el amor que también es amistad, «una amistad democrática en la que se comparte una confianza básica. Es como sentirse parte de un equipo, ser compatible en lo esencial, en tus valores».