Ch. NEIRA

Sin esperanza, por lo que cansa la repetición, pero con el convencimiento, también por la experiencia, de un final feliz, la inquietud había dejado paso ayer en la puerta de la Fábrica de Armas de Santa Bárbara en La Vega, en Oviedo, a cierta indignación. El turno de las dos de la tarde goteaba por la puerta principal -buena parte de los trabajadores abandona el lugar en coche, por el parking- y las caras no eran las mejores.

«Mal, todo lo que sea salir de aquí, fatal», se lamentaba José Luis Suárez, cuarenta años en tratamientos térmicos, a punto de cumplir 60 años, el próximo día 9. Y seguía repitiendo las mismas palabras de otros compañeros, que cómo se van a garantizar todos los empleos en Trubia si allí no se puede repetir el sistema de producción que hay en Oviedo, si las dos fábricas se dedican a labores distintas, si irse a Trubia significa dedicarse a hacer otro trabajo.

Tras los lamentos, al final, ayer también surgía cierto optimismo o certeza de resistencia. ¿Se podrá impedir el cierre de La Vega? «Habrá que hacer lo que sea posible, eso es lo óptimo. Y si otras veces se logró...».

La invocación a todas las veces en que la empresa trató de fusionar Trubia y Oviedo y finalmente se impidió era la constante ayer, a la puerta de la fábrica, entre los trabajadores. Manuel Moreno, secretario del comité de empresa, lo resumía: «El ánimo, bien. No es la primera ni será la última vez que quieren cerrar la fábrica. Estamos expectantes».

Y luego detallaba cómo el comunicado de la empresa anunciando la fusión de los centros «en nada difiere» a lo que sucedió por última vez en 2009. «Bueno», matizaba, «la diferencia es que ahora hablan de las reformas y los recortes, pero en otros términos es lo mismo. Quieren acabar con esta actividad industrial y por eso se la llevan a Trubia».

Según Moreno los planes de la empresa, como sucedió en el pasado, no se podrán llevar a cabo en tanto que los trabajadores lo rechacen y las instituciones lo apoyen. «Mientras la Administración regional apoye el mantenimiento de la actividad, hay mucho terreno para jugar todavía».

Además, precisa Jesús María López, secretario de organización de UGT en la Fábrica de Armas, falta que el Ministerio de Defensa se pronuncie. General Dynamics ha planteado en su comunicado que la fusión de centros es una decisión ya tomada de forma unilateral, cuando, insiste López, «aquí no hay nada unilateral porque hasta para mover un tornillo hay que pedir permiso al Ministerio».

En Murcia, detallan los representantes sindicales, también la empresa dio por hecho una operación similar y luego se tardó un año en llevar a cabo, hasta que hubo un acuerdo con los trabajadores y con el Ministerio de Defensa.

Que General Dynamics haya dado por hecha la fusión en un comunicado un día antes de que se produzcan una serie de reuniones en Madrid con representantes de los trabajadores es, al decir de la gente de la fábrica, «un piscinazo».

Ahora, insisten, la gente está «bastante tranquila porque estamos acostumbrados a esto». Les queda, dicen, esperar y en especial ver cómo el Gobierno regional les apoya. Ésa es su principal demanda, que el Ejecutivo autonómico reclame el mantenimiento de la actividad industrial que se desarrolla ahora en Oviedo, distinta de la de Trubia, un sector estratégico que «grupos de presión», denuncian, «quieren llevar para otras comunidades autónomas, Cataluña y País Vasco, principalmente».

Ellos sólo quieren que sus políticos, los políticos asturianos, también presionen y vean en la Fábrica de Armas de La Vega una posibilidad de mantener e incluso aumentar la actividad que se viene desarrollando desde hace 156 años en el mismo solar.