Concejal y ex líder sindical de la Fábrica de Armas

Pablo GONZÁLEZ

A Amador García, ex líder sindical de La Vega, le brillan los ojos cuando habla de la fábrica. Brillo de orgullo por haber pertenecido a la que dice es una de las mejores instalaciones del ramo, y brillo de rabia cuando analiza los motivos que se esconden detrás del anuncio realizado esta semana por Santa Bárbara de cerrar La Vega y trasladarla a Trubia. García lideró la oposición al intento de fusión que se paralizó en 2009.

-¿No había quedado zanjada la cuestión del cierre de La Vega?

-En los últimos años la seriedad de los directivos de la empresa deja mucho que desear. De mala manera tiran encima de la mesa (se refiere al plan de traslado de La Vega) a los trabajadores un auténtico engendro.

-¿Ha sido una sorpresa?

-Hace años que la dirección de la empresa está haciendo una política descaradamente destructiva. Y en el caso de Oviedo con mucho ahínco e intensidad. Se quiere destruir a la empresa y para ello hay que empezar destruyendo lo que está haciendo de cabeza tractora, tanto industrial como sindicalmente: La Vega. De ahí la insistencia.

-¿Pero qué interés puede tener General Dynamics en hundirla?

-Para empezar, General Dynamics no compró Santa Bárbara. Se la regaló el Gobierno de José María Aznar (PP). Y para ello cometió un montón de irregularidades legales. Mintió diciendo que era la única salida que tenía la empresa y que General Dynamics iba a resolver todos los problemas. Iba a conseguir contratos, traer nuevos productos, fomentar la innovación tecnológica... Once años después se ha visto que todo era mentira. Es lamentable.

-¿Entonces?

-Si este país funcionara... En su día denunciamos lo que estaba pasando, estuvimos con el fiscal general del Estado y con el fiscal anticorrupción. Pero por desgracia... Al final llegas a la conclusión de que en este país sólo hay justicia entre comillas.

-La empresa habla de integración. ¿Usted?

-Esto es un cierre puro y duro. Y sin justificación alguna. Ojo, en esto no están los americanos. Ellos lo único que hicieron fue coger dinero. Están encantados. No hay que olvidar que cuando hace tres años acudimos al presidente, Nicholas Chabraja vino a visitar las fábricas y delante de los altos directivos de Santa Bárbara dijo lo mismo que nosotros: que Trubia y Oviedo no tenían nada que ver. Fue una desautorización en toda regla. A los americanos esto nunca les interesó ni les interesa. Es una operación que sale de España, con intereses de aquí.

-¿Qué intereses son?

-Muchos. En España, cuando se supere la crisis, el sector de defensa va a crecer, como en el resto del mundo. En los países más potentes este sector supone el 2 por ciento del PIB. En España es el 1 por ciento, así que hay un margen de crecimiento impresionante. Además de aportar puestos de trabajo y riqueza, es la industria que más tira del I+D+i. Y esto no es que lo diga yo o algún filósofo chocho que anda por ahí, es una realidad.

-¿Y?

-Pues que algo así lo saben muy bien grupos empresariales y políticos con capacidad de análisis que quieren que sus autonomías sigan creciendo. Y aprovechan esta crisis para terminar de destruir a Santa Bárbara. Luego se beneficiará de ello el sector de defensa instalado en el País Vasco, que, por cierto, conoce muy bien Morenés (actual ministro de Defensa). Por eso quizá apure el cierre. Y esto también lo saben los catalanes. Estos no engañan a nadie. Ya estuvieron forzando al Gobierno anterior para que el contrato del 8x8 se adjudicara a un consorcio franco-catalán. ¿Qué pasa, que ahora los catalanes y los vascos son tontos y quieren algo que en Asturias dicen que no sirve? Hay muchos millones y trabajos en juego, y se los quieren quitar a Asturias. Como ya somos una colonia...

-¿La crisis es la mayor diferencia con el anterior intento?

-Ahora ya no está Chabraja y en Asturias no tenemos gobierno. Y Cascos, si opina, lo hará en contra, como ya lo hizo cuando fue vicepresidente del Gobierno. Así que a Cascos en este tema no tiene credibilidad alguna. Y encima estamos en crisis. Es el momento ideal para cometer un auténtico expolio industrial a Asturias. Si en esta región hubiera un Gobierno que se hiciera respetar, no lo hubieran planteado así, «a saltu mata», sin respetar a nadie. Son unos auténticos temerarios y provocadores. Pero les corre mucha prisa porque hay mucho en juego.

-Lo dicho, no hay gobierno.

-No lo hay, y Cascos, el único que puede opinar, es un aliado de los que quieren cerrar la fábrica desde hace muchos años. Cuando fue vicepresidente ya calumnió y faltó al respeto a los trabajadores. Cascos es enemigo de la fábrica de Oviedo.

-En la otra ocasión tampoco el Gobierno regional socialista les apoyó mucho.

-Efectivamente. En el anterior intento, en el Gobierno de Areces había gente que estaba con nosotros, pero el Presidente ni estaba ni se le esperaba. No estuvo a la altura de las circunstancias. El sector de defensa en Asturias no le debe nada a Areces. Que la gente no se equivoque, aquí lo que está en juego no son sólo los puestos de trabajo, es un sector que lleva en Asturias 218 años.

-Porque tras el traslado, ¿habrá un ERE?

-Claro. En cuanto cierren La Vega automáticamente habrá un excedente de trabajadores. Pero el planteamiento de la empresa esconde más, como que se dejarían de hacer armas y productos terminados. Lo demás se lo llevarían los vascos y los catalanes. Si quisieran hacer un planteamiento industrial serio deberían potenciar Trubia en el campo de los vehículos y la artillería. Pero Trubia no se potencia desmontando Oviedo.

-¿Qué supondría la mudanza?

-Las máquinas deben montarlas y desmontarlas especialistas. Luego habría que volver a calibrarlas. Hay riesgo de perder las homologaciones. Si lo que costase esto se invirtiera en mejoras tecnológicas, La Vega pegaría un gran tirón. En Trubia, La Vega ya no sería una fábrica, sino un taller.

-¿Qué espera de Defensa?

-Los directivos que están dentro del caballo de Troya no pueden mover ni una línea sin el consentimiento previo de Defensa. Pero Morenés, siendo secretario de Estado de Defensa con Aznar, fue el que potenció la privatización.

-¿Esta vez va en serio?

-Confío en que no. Alguien tendrá que reaccionar. Soy optimista. Estoy convencido de que la fábrica va a seguir porque tiene que imponerse la sensatez política. Lo contrario sería un fracaso absoluto de Asturias.

-¿Y si hay movilizaciones?

-Conozco muy bien a la gente de la fábrica. Saben que tienen toda la razón del mundo. Y si se les intenta atropellar, que Dios nos libre de su reacción. Que en Madrid tengan cuidado y se toquen la camisa.

-De lo que no se habla mucho esta vez es de los terrenos.

-Es una cuestión que tuvo su momento álgido en otros momentos. El objetivo de los que quieren cerrar La Vega no son los terrenos, es hacerse con el sector. Pero utilizarán los terrenos para pagar a los posibles traidores que encuentren en Asturias.

Amador García Fernández

Nació el 14 de junio de 1948 en Puerto. En 1962, con 14 años, entró en la Fábrica de Armas de La Vega como aprendiz. Formó parte del primer comité de empresa de la democracia. Abandonó la actividad sindical para regresar a ella en enero de 1984 y fundar la sección sindical de UGT en la fábrica. Desde entonces, y hasta 2010, cuando se jubiló, fue presidente del comité. Fue el responsable máximo de UGT de toda Santa Bárbara. En las últimas elecciones municipales fue concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Oviedo.