E. VÉLEZ

«De aquí no nos movemos hasta que lo veamos». La esposa de José Antonio Díaz, desaparecido en el Nalón el 9 de abril, ha hecho un alto en su trabajo de limpiadora para esperar a la orilla del río a que el cuerpo de su marido emerja a la superficie. Angélica Fernández pasa ocho horas y media al día bajo el puente del tren, a escasos metros del islote donde vio a su marido por última vez, con la mirada fija en el agua. «No me he puesto un límite de tiempo porque lo único que quiero es descansar tranquila», comentaba ayer, rodeada de varios familiares y amigos. Los padres de Tony, José Manuel Díaz y Anita García, viven en Salas, pero desde la tragedia pasean a diario por la margen del río y arropan a su nuera y a su nieto de 15 años, Emilio.

La serenidad es la nota predominante en la actitud de los familiares, pero, pese a que el protocolo de asistencia psicológica en accidentes establece un mínimo de tres fallecimientos para entrar en acción, la Cruz Roja ha acudido a Trubia. «Una de las jornadas hablamos con un psicólogo y al día siguiente con dos, la verdad es que nos están reconfortando mucho, al igual que todo el dispositivo de búsqueda», explicaba la esposa de Tony.

Guardia Civil de Oviedo y Gijón, Policía Local, Bomberos de Oviedo y voluntarios de Protección Civil de la capital del Principado y de Villaviciosa participan en las labores de búsqueda del cuerpo a lo largo de nueve kilómetros de río y dividen las zonas de rastreo en tres tramos: el lugar del ahogamiento y la desaparición (en la entrada de Trubia), el entorno de la presa Valduno I y el embalse Valduno II. Según el responsable de Protección Civil, José Manuel López, el operativo cuenta con cerca de 80 personas, si bien «el mal tiempo y las intensa lluvia del fin de semana han dificultado mucho la tarea». El grupo especial de actividades subacuáticas de la Guardia Civil, GEAS, rastrea la zona gracias a la retención y desembalse de las presas para bajar el caudal de agua y, según fuentes de Delegación de Gobierno, la búsqueda ha llegado al embalse del Furacón.

«La Guardia Civil y los voluntarios no pueden hacer más, no sólo buscan a mi marido, sino que nos acompañan y nos calman en los momentos más duros», señalaba Angélica Fernández, para quien la clave «está en que mejore el tiempo y suban las temperaturas para que el cuerpo aparezca».

José Antonio Díaz desapareció mientras intentaba recuperar un avión de aeromodelismo enganchado en las ramas de un árbol del Nalón junto a su amigo Diego Valladares. Este último fue tragado por el agua cuando, atado por una cuerda sujeta a un tocón de la ribera, intentó vadear el Nalón para recuperar el aparato, en un islote del río. El desaparecido intentó auxiliarle, entró en el río agarrado a la cuerda y fue arrastrado por la corriente.